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Reportaje:

'El Tiri' se acerca a su sueño

José Ignacio, que empezó en el fútbol para escapar 'de los libros', está a punto de debutar con la selección de Camacho

'¡Usted tiene pinta de cualquier cosa menos de futbolista!'. Con ese tono grave tan suyo, entre amenazante y guasón, Luis Aragonés se dirigió así al que, hace cinco años, era uno de sus más prometedores pupilos: José Ignacio Sáenz Marín, conocido en el fútbol como José Ignacio o, entre sus íntimos, como El Tiri (de Tirillas), apelativo cariñoso que le sacó su ex compañero Patxi Ferreira para describir su aspecto delgaducho y desaliñado.

José Ignacio (Logroño, 28 de noviembre de 1973) ha alcanzado en el Zaragoza una madurez que le ha llevado por primera vez a la selección absoluta, que se enfrenta mañana a Austria en Mestalla en partido clasificatorio para el Campeonato del Mundo. 'Participar en él sería lo más grande que me pudiera suceder', balbucea con timidez José Ignacio, que mira con vergüenza a los ojos del interlocutor. Le cuesta coger confianza.

Se trata de un medio centro de brega que el pasado curso soltó lastre y empezó a marcar goles: seis en la Liga y cuatro en la Copa, título que conquistó el Zaragoza. También es un tipo que da muchas patadas, según algunos rivales. 'En partidos puntuales', matiza; 'lo que siempre voy es fuerte al balón'.

Empezó en el fútbol en la acera del barrio de Manzaneda, en Logroño, porque era 'un escape para los libros'. 'Nos reuníamos los amigos y jugábamos en cualquier sitio', recuerda. Después entró en la escuela de fútbol del Logroñés, en la que siguió con 'la cuadrilla' de amigos. No se olvida de sus orígenes. Su padre era empleado de Correos y su madre tenía una tienda de comestibles. Allí echaba una mano: 'A vender pan o cortar jamón'.

Al zaragocista le encanta la gastronomía: las chuletas con sarmiento de su tierra están entre sus preferencias mientras que, a diferencia de muchos de sus colegas, la moda le trae sin cuidado. Viste 'digno y sencillo, sin llamar mucho la atención'.

Debutó en Primera con el Logroñés en 1993, a las órdenes de Carlos Aimar, ante el Barcelona. Posteriormente, mantuvo un romance con la hija del técnico argentino. Tiene fama de seductor. 'Estoy soltero y me gustan las mujeres, como a todos', afirma. Estuvo en los Juegos Olímpicos de Atlanta 96, junto a Raúl, De la Peña y Mendieta, pero aquella gran selección no dio la talla y fue eliminada por la Argentina del Piojo López.

En sus dos cursos en el Valencia, desde 1994 hasta 1997, José Ignacio fue subcampeón de la Liga y dejó grandes amigos. El cocinero Álvaro Oyarbide, por ejemplo, uno de los integrantes del grupo de Ferreira, Iñaki, Eskurza e Iván Campo. El ex presidente valencianista Francisco Roig los bautizó como La Dolce Vita por su afición a frecuentar el pub del mismo nombre ubicado en Burjassot (Valencia). 'Lo de la Dolce Vita era más por Romario', aclara.

José Ignacio llegó al Zaragoza en 1997. 'Maduré, yo creo'. Está cerca de su casa, Logroño, y va allá regularmente porque le da 'seguridad'. Le gusta cuidarse y entrenarse duro. El resto lo dirá Camacho. El Tiri está más cerca de su sueño.

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