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Reportaje:CULTURA Y ESPECTÁCULOS

El pánico y la pasión se mezclan en la 'ópera prima' de grandes directores

Almodóvar, los hermanos Coen, Stephen Frears, Ken Loach, Oliver Stone o Tavernier, entre otros, desmenuzan su obra en 'Mi primera película', un libro de entrevistas que cuenta el desafío de convertir los sueños en celuloide

José Andrés Rojo

Es un mundo complicado el del cine. Primero tiene que haber un guión y el infinito calvario de encontrar el dinero para convertir las palabras en imágenes, luego se rueda, después está el montaje, y así sucesivamente. Seguro que el miedo es un ingrediente que acompaña a todos los que se embarcan en este oficio. Y, a pesar de tantas complicaciones, al final ahí están las películas. Steve Buscemi, el conocido actor de Reservoir Dogs, dirigió su primer largo, Trees Lounge-Una última copa, después de una serie de penosas dificultades. 'Si no consigo hacer esta película, soy un fracaso total', se decía cuando estaba enfangado en los preparativos, pero reconocía enseguida que estaba 'muerto de miedo por tener que hacerla'. Otro actor, Gary Oldman, que se inició como director con Los golpes de la vida, obtuvo abundantes negativas cuando buscaba financiación para su proyecto. Tuvo que encajar los golpes: 'Me limite a decir: 'Que los follen'. Tenía una visión. Tenía una pasión. Sabía lo que quería. Sabía lo que podía ver. No sabía siquiera si sería buena, pero sería mi película'.

Los comentarios de Buscemi y de Oldman forman parte de un libro atípico. Su autor, Stephen Lowenstein, conoció el pánico de rodar cuando hizo un cortometraje, y de ahí surgió la idea de Mi primera película, donde ha reunido conversaciones con 20 directores, y en las que, a partir de los recuerdos de cada uno sobre sus comienzos en el cine, reconstruye el paisaje cinematográfico de los últimos años. El libro aparecerá la próxima semana publicado por Alba.

Lowenstein explica en el prólogo que buscó a directores cuya 'primera película me hubiera impactado personalmente y que posteriormente hubieran creado una obra característica'. Todos ellos son muy diferentes, y de ese modo el libro cumple otro objetivo, el de aportar algo de luz sobre lo que hay detrás del cine comercial de Hollywood, del cine independiente estadounidense, de las cinematografías europea o asiática o, incluso, en la televisión británica de los años sesenta y setenta, donde algunos de los directores elegidos trabajaron intensamente.

El vértigo del cine actual exige a los directores que hablen sólo del trabajo que están promocionando. Volver a su primera película resulta una atractiva fórmula de hacer balance.

'La recuerdo como una película completamente insólita en el panorama español de la época', cuenta Almodóvar de Pepi, Luci, Bom... 'Lo que quiero decir es que era totalmente personal y arriesgada y eso fue lo más importante para mí en aquel momento y sigue siéndolo ahora. Es una actitud profundamente política'. Y esa actitud política pasaba, en ese momento, por 'la celebración de algo completamente personal, de la individualidad, del placer...'.

Además de recomponer todos los procesos por los que cada cual pasó para hacer realidad su primera película, las conversaciones permiten una aproximación muy personal a cada director. Así, Almodóvar resume su cine con estas palabras: 'Estoy convencido de que la semilla de mis películas y las historias que me interesan es un grupo de mujeres hablando'. Pero, a veces, es simplemente un comentario de pasada el que define la actitud de un director con su cine. Es el caso de Stephen Frears -su primer filme fue Detective sin licencia, luego triunfó con Las amistades peligrosas- cuando, al recordar sus tiempos de aprendiz en el mundo del teatro con autores de la talla de Beckett, comenta categórico: 'Soy bastante anticuado y creo que el arte es una forma de aprender a vivir'. O el caso de Ken Loach -Poor Cow fue su primer filme; Agenda oculta es uno de sus títulos más conocidos- cuando, refiriéndose a su trabajo en televisión, explica: 'Muéstrale al público sólo lo que quieras mostrarle. No te aferres a la gente que entra y sale de los coches o de las habitaciones. Es tedioso'.

¿Cuándo empezó todo? ¿Qué películas les impactaron? ¿En qué instante decidieron convertirse en directores? Allison Anders (por Área de servicio), Tom DiCillo (por Johnny Suede), Mike Figgis (por Lunes tormentoso) o Kevin Smith (por Clerks) son otros de los entrevistados. Casi siempre, sobre todo en los comienzos, hacer una película es una obsesión. Joel, uno de los hermanos Coen -que pisaron por primera vez en su vida un estudio cuando fueron a rodar su primera película-, se refiere a 'la monomanía de estar haciendo la película y de no ser capaz de pensar en ninguna otra cosa y de no saber qué hacer en ningún otro contexto'.

Las ideas iniciales. Los primeros pasos del guión. ¡El dinero! La pesadilla de encontrar financiación. 'Mi secretaria lo ha leído y no le ha gustado', le dijeron a Tavernier cuando quería poner en marcha El relojero de Saint-Paul, su estreno en el cine.

La preproducción, que resulta más o menos rigurosa según los fondos de los que se disponga. Y, en fin, el gran momento: el rodaje. Un montón de gente a la que hay que dar órdenes, tiempo escaso, necesidad de improvisar. Oliver Stone, que rodó su primera película -Salvador- cuando ya era un guionista reputado, lo pasó mal. Hasta que decidió no complicarse la vida. 'El rodaje fue una pesadilla de incomodidades', cuenta. 'El equipo se ponía en huelga constantemente. Recuerdo que hubo una huelga en mitad del rodaje. Yo bostecé y me acosté en el coche. Me fui a dormir al coche. Ya no me importaba un carajo'.

Neil Jordan y su Danny Boy, Ang Lee y su Pushing Hands, Mike Leigh y su Bleak Moments o el director de El paciente inglés, Anthony Minghella, que desembarcó en la pantalla grande con Truly, Madly, Deeply, van pasando por el libro, donde también cuentan su historia P. J. Hogan (La boda de Muriel), James Mangold (Heavy) o Barry Levinson (Diner). Stephen Lowenstein pregunta siempre por los conocimientos técnicos de los directores cuando empezaron a rodar. Algunos tenían una gran experiencia; otros, formación académica; pero algunos se tiraron directamente a la piscina. Con un panorama, el del rodaje, que Gary Oldman define con contundencia: 'Es como salvar objetos de una casa en llamas'.

¿Pura pasión? ¿No tener otra opción que terminar lo que se ha empezado porque se tienen que pagar las deudas? Mi primera película ofrece 20 versiones distintas de la misma aventura, la de empezar a hacer cine. Mira Nair, que debutó con Salaam Bombay!, resume así su experiencia: 'No recuerdo haber vivido ni un solo momento de desfallecimiento. Era como una especie de maniobra de guerrilla. O tal vez fuera como tener un hijo. Acabas por olvidar todo el dolor'.Es un mundo complicado el del cine. Primero tiene que haber un guión y el infinito calvario de encontrar el dinero para convertir las palabras en imágenes, luego se rueda, después está el montaje, y así sucesivamente. Seguro que el miedo es un ingrediente que acompaña a todos los que se embarcan en este oficio. Y, a pesar de tantas complicaciones, al final ahí están las películas. Steve Buscemi, el conocido actor de Reservoir Dogs, dirigió su primer largo, Trees Lounge-Una última copa, después de una serie de penosas dificultades. 'Si no consigo hacer esta película, soy un fracaso total', se decía cuando estaba enfangado en los preparativos, pero reconocía enseguida que estaba 'muerto de miedo por tener que hacerla'. Otro actor, Gary Oldman, que se inició como director con Los golpes de la vida, obtuvo abundantes negativas cuando buscaba financiación para su proyecto. Tuvo que encajar los golpes: 'Me limite a decir: 'Que los follen'. Tenía una visión. Tenía una pasión. Sabía lo que quería. Sabía lo que podía ver. No sabía siquiera si sería buena, pero sería mi película'.

Pedro Almodóvar y Alaska, en el estreno de Pepi, Luci, Bom... en el Festival de San Sebastián de 1980.
Pedro Almodóvar y Alaska, en el estreno de Pepi, Luci, Bom... en el Festival de San Sebastián de 1980.

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Sobre la firma

José Andrés Rojo
Redactor jefe de Opinión. En 1992 empezó en Babelia, estuvo después al frente de Libros, luego pasó a Cultura. Ha publicado ‘Hotel Madrid’ (FCE, 1988), ‘Vicente Rojo. Retrato de un general republicano’ (Tusquets, 2006; Premio Comillas) y la novela ‘Camino a Trinidad’ (Pre-Textos, 2017). Llevó el blog ‘El rincón del distraído’ entre 2007 y 2014.

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