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Tribuna:LA PLAYA | El Palo y Francisco Peinado
Tribuna
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Brisa y alquitrán

Recuerdo la brisa húmeda y un olor muy difícil de definir que me encantaba. La mezcla del alquitrán, la pintura todavía fresca de las jábegas y el mar producía ese olor tan especial que nunca he olvidado y tengo asociado a mi infancia en las playas de El Palo.

Creo que debía tener cuatro o cinco años cuando mi madre nos llevaba a mí y a mis tres hermanos a ver a la tía Carmen. La hermana de mi madre vivía en el barrio de pescadores, en la calle Jábega. La casa estaba atiborrada de libros en inglés que servían a su marido, Rogelio, para sus traducciones. Mi tío era intérprete en el puerto de Málaga y su mundo me parecía algo fascinante. El olor viene de aquellos años y desapareció con ellos. Cuando en 1963 volví a Málaga, después de pasar 12 años en Brasil, lo primero que hice fue poner rumbo a El Palo en busca de ese olor, pero nunca más lo encontré.

Entonces, cuando tenía cinco años, no todo era hermoso en El Palo y Pedregalejo. Las casas, a escasos metros de la orilla, desaguaban en la misma playa toda la porquería. Además, caminar entre los chinos (entonces no había arena, que la echaron después) era una forma segura de llenarse de alquitrán, que sólo se limpiaba con gasolina.

Lo divertido de estas excursiones era que íbamos en tren. Nosotros vivíamos en el centro de Málaga, en la calle Mártires, y cogíamos el tren en el Puerto. A los niños nos gustaba contemplar cómo los pescadores tiraban del copo dos veces al día, por la mañana y al atardecer, y vendían allí mismo el pescado. No existían el paseo marítimo, ni sus restaurantes, pero aún así la gente del barrio se bañaba en la playa. Al principio íbamos en verano, pero en 1950 mi padre tuvo que emigrar a Brasil y el resto de la familia nos trasladamos a casa de la tía Carmen. Allí pasamos algo más de un año y para mí fue estupendo. Los paseos desde El Palo a los Baños del Carmen y esa casa llena de libros estaban llenos de misterio. Pero la libertad de vagabundear por la playa duró poco y en 1952 emprendimos el largo viaje a Brasil, vía Barcelona.

Para mí Málaga era El Palo, así que cuando decidí regresar a España, con 22 años, fui directamente allí, pero ya nada era igual. Hay cosas que han mejorado y están más cuidadas, pero otras han perdido ese encanto natural que tenían antes. Los primeros estudios que tuve en Málaga fueron allí, en Pedregalejo, y es el sitio en el que verdaderamente me encuentro en casa.ASÍ ES HOY

Agua: en buenas condiciones sanitarias, según los últimos datos del SAS.

Arena: blanca y dorada. Limpieza diaria.

Servicios: Un puesto de socorro, atención sanitaria y vigilancia. Una torre de vigilancia. 17 duchas, cinco lavapies y seis fuentes. Pedregalejo y El Palo cuentan con un paseo marítimo que está repleto de restaurantes especializados en pescado.ASÍ ES HOY

Agua: en buenas condiciones sanitarias, según los últimos datos del SAS.

Arena: blanca y dorada. Limpieza diaria.

Servicios: Un puesto de socorro, atención sanitaria y vigilancia. Una torre de vigilancia. 17 duchas, cinco lavapies y seis fuentes. Pedregalejo y El Palo cuentan con un paseo marítimo que está repleto de restaurantes especializados en pescado.

Francisco Peinado es artistas plástico y nació en Málaga en 1941.

Playa de El palo (Málaga) en los años cuarenta.
Playa de El palo (Málaga) en los años cuarenta.

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