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La burocracia retiene 15 días en El Prat los medicamentos y productos perecederos

Los operadores de aduanas reclaman medidas

Clara Blanchar

En las oficinas de la terminal de carga del aeropuerto de El Prat los ánimos están crispados. Los agentes de aduanas, intermediarios entre los puestos fronterizos y las empresas que exportan o importan mercancías, están hartos de la demora que acumulan las autorizaciones para despachar productos, algunos de los cuales son perecederos.

La entrada o salida de mercancías fuera de la Unión Europea precisa declaraciones de aduana, pero para algunos productos (alimentos, medicamentos, muestras biológicas para investigación o animales), es además necesaria la inspección y autorización previa de otros organismos. En España son los inspectores de Farmacia y Sanidad Exterior, dependientes del Ministerio de Sanidad y Consumo y del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, quienes autorizan este tipo de cargas.

Este trámite, que en otros aeropuertos internacionales se soluciona en apenas unas horas, en Barcelona se convierte en una pesadilla que llega a demorarse hasta 15 días. Ante esta situación, el Comité de Carga Aérea del aeropuerto de El Prat se reunió el pasado 25 de julio con los responsables de los servicios de inspección. Éstos afirmaron entonces que carecen de medios, presupuesto y personal para atender las peticiones que reciben. Posteriormente, el día 31, el mismo comité se reunió con la delegada del Gobierno en Cataluña, Julia García-Valdecasas. En ese momento, el retraso en los trámites era de cinco días. García-Valdecasas se comprometió, como medida de urgencia, a agilizar los trámites y a acelerar el despacho de las mercancías más sensibles. Además, anunció la convocatoria de una reunión, a primeros de septiembre, entre los ministerios afectados y los inspectores de Barcelona.

'Es grotesco desesperarse para que las cosas funcionen bien de manera excepcional'. Josep Romero, agente de aduanas, es uno de los afectados por la 'eternización' de los trámites. Anteayer le llegó una partida de pájaros tropicales. Ayer permanecían en el almacén de carga del aeropuerto. Cuando los inspectores atiendan su solicitud y autoricen la mercancía, podrán salir. Mientras, las jaulas permanecen en un espacio reducido sin luz ni ventilación y algunos pájaros han muerto.

Romero recuerda situaciones parecidas: un participante de la carrera de trineos Pirena estuvo a punto de no poder tomar la salida porque la autorización de sus 11 perros no llegaba; la odisea para importar la medicación de un norteamericano al que habían robado las maletas al llegar a El Prat, y decenas de turistas que facturan sus mascotas fuera de la Unión Europea desconociendo los trámites que necesitarán para recuperarlas.

Inspectores saturados

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Los agentes de aduanas reconocen que el problema de fondo está en la falta de medios técnicos y humanos de los servicios de inspección. 'Están desbordados', asegura Romero, y se muestra esperanzado ante el compromiso de la delegada del Gobierno en Cataluña de aumentar la plantilla y su horario de atención. Actualmente, son siete personas para todo el territorio catalán.

En teoría, los inspectores deberían operar desde el Puesto de Inspección Fronterizo (PIF), una oficina que, según la normativa europea, todos los aeropuertos deben tener. Pero en Cataluña ningún ministerio ha asignado personal al PIF. Los inspectores veterinarios acuden a él entre dos y cinco horas los días laborables. Los de farmacia ni siquiera van. Son los agentes quienes deben presentar la documentación desplazándose a la oficina del centro de Barcelona. Los inspectores autorizan la mercancía sin verla, con las irregularidades a que esta situación podría dar lugar.

Ante esta realidad, los agentes de aduanas han optado por buscar soluciones que les permitan importar y exportar en plazos de tiempo razonables. En algunos casos, utilizan otros aeropuertos continentales como entrada o salida de mercancía que viaja fuera de la Unión Europea. Allí, realizan los trámites aduaneros en pocas horas y envían el género a Barcelona con la documentación ya en regla.

En otras ocasiones, como en el caso de alimentos frescos, prescinden de prestar servicio los viernes, a sabiendas de que la mercancía quedará inmovilizada hasta el lunes siguiente, con el riesgo de estropearse. Y también actúan fuera de la ley: cuando llegan muestras biológicas para laboratorios, trasladan la carga a las cámaras frigoríficas de los mismos laboratorios de destino mientras permanece inmovilizada, puesto que las cámaras de almacenamiento del aeropuerto no cuentan con capacidad ni condiciones suficientes para garantizar su calidad.

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Sobre la firma

Clara Blanchar
Centrada en la información sobre Barcelona, la política municipal, la ciudad y sus conflictos son su materia prima. Especializada en temas de urbanismo, movilidad, movimientos sociales y vivienda, ha trabajado en las secciones de economía, política y deportes. Es licenciada por la Universidad Autónoma de Barcelona y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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