Un '10' en toda regla
Harto de Adriaanse, el técnico del Ajax, Witschge lucirá ahora su exquisita zurda en el Alavés
Desde siempre, Richard Witschge se ha distinguido por su buen gusto futbolístico, que no por el de la ropa, siempre discutido, a juzgar por los trajes y las camisas con los que se le ha visto, sobre todo a su paso por el Barcelona. Nació en el Ajax (Amsterdam, 20 de septiembre de 1969), cuna de jugadores exquisitos; formó parte del Dream Team de Johan Cruyff (1991-93); se alineó con Zidane en el Girondins de Burdeos que disputó la final de la Copa de la UEFA ante el Bayern Múnich (1995-96) después de una cesión al Blackburn Rovers (1994-95) y regresó al Ajax (1996-2001) hasta que mandó 'a la mierda' -así lo certifican en Holanda- al entrenador, Co Adriaanse, y se quedó a la espera de tiempos mejores, cada día más difíciles para los jugadores que respetan tanto la liturgia del fútbol que acaban siendo esclavos incluso de la numerología.
Witschge es un 10 puro. 'El mejor 10 de Europa', según dijo Cruyff cuando se lo llevó al Barça. 'El segundo mejor 10 europeo, después de Davids', corrigió, tiempo después, Louis van Gaal. Hoy es un buen interior zurdo que pone buenos balones a los delanteros y a los jugadores de la segunda línea, un refuerzo interesante para el Alavés, según José Manuel Esnal, Mané, un técnico que acostumbra a acertar con los futbolistas que piden una nueva oportunidad, y también según Jordi Cruyff, que conoce muy bien su currículo.
Jordi fue seguramente quien acabó de convencerle para que se reunieran en el mismo equipo, aunque quizá no hizo falta ni que se cruzaran palabra alguna. A Witschge le sedujo especialmente la trayectoria del Alavés en la pasada Copa de la UEFA, sobre todo la final contra el Liverpool, y, entre una cosa y la otra, a Vitoria se ha ido como cedido para reencontrarse 'con el buen futbol'. Y remacha: 'Me gusta el estilo del Alavés, su manera de entender el juego. Así que vuelvo con ganas a la Liga española'.
No le fue demasiado bien en el Camp Nou pese a jugar en el mejor Barcelona de los últimos tiempos, si bien cumplió con sus expectativas. 'Vengo a aprender', afirmó cuando se le preguntó por las pocas posibilidades que tenía de jugar. Witschge fue siempre el jugador número 12 o, en su defecto, el cuarto extranjero en un campeonato en el que, por entonces, reglamentariamente sólo cabían tres. Y en el Barça eran Koeman, Laudrup y Stoichkov.
Así que jugó poco, aprendió mucho y celebró más títulos que nunca, entre ellos una Copa de Europa, cuya final presenció desde la grada de Wembley por una lesión que también le impidió disputar la Eurocopa. Aprovechó entonces la circunstancia para recomendar al seleccionador holandés a su hermano Rob, ex jugador del Ajax y el Feyenoord.
De regreso al Ajax, jugó a un buen nivel, sobre todo junto al también repescado Winter, y volvió a ser internacional hasta que se tropezó con Adriaanse. Delicioso técnicamente, aunque poco hacendoso y todavía menos goleador, Witschge llega ahora a Vitoria con la misma sonrisa que cuando Cruyff le hizo debutar en el Ajax a los 17 años de edad, nueve después de que Tony Bruins le hubiese reclutado para la famosa escuela del club de Amsterdam. Una cosa parece al menos segura: allá donde ha estado siempre se ha jugado bien al fútbol y el número 10 ha sido honrado como se merece.
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