Valverde toreó al natural

Al decir de algunos excelsos descubridores, los novillos con un año y cien kilos menos de peso, no se caen. Mentira. Ayer, segundo, cuarto y sexto rodaron por los suelos. La lidia del cuarto no pasó de capea pueblerina: un puyacito, según se partía la vara, fue todo el castigo que se administró, con olvido, por parte de la presidencia, de ordenar el último cambio de tercio. El animalito se cayó y Reyes Mendoza estuvo muy entonado en desigual pelea. En el primero hizo una faenita breve, con detalles y falta de consistencia torera. A la hora de matar, encoge el brazo derecho y así no hay manera.

Javier Valverde juega al capote con gusto, profundidad y arrojo. Quedó inédito ante el segundo, inválido, y con el quinto, más cuajado, manejó espléndidamente la izquierda en un toreo que se aprecia añejo y entronca con las mejores virtudes lidiadoras. Joselito Ortega estuvo decidido en el tercero y logró buenos momentos que se repitieron en el sexto. Lo mejor de Joselito fue su deseo de superación y de reencontrarse tras una grave cornada.