El saber torero de Ortega Cano
En la primera parte de la corrida, las muletas brillaron por falta de uso. El Juli había llegado al último tercio con el público rendido; saludó al tercero con lances de menos a más, se quedó quieto, espectacular y valerosamente quieto, en la chicuelina que precedió al galleo y en un quite por gaoneras. Aguantó en el primer par de dentro afuera y cuadró en la cara en el tercero; anteriormente, tras un par sin relieve, se resbaló y fue pisoteado. Hasta ahí. Con la muleta fuese y no hubo nada.
Rivera recibió al segundo con una espléndida larga a porta gayola y saludó tras varias verónicas a pies juntos. Quitó por el lado izquierdo y evitó, a cuerpo limpio, los apuros de Basilio Martín. Empezó de rodillas, emocionando, y acabó de pie, aburriendo, ante un toro quedado de por sí al que el torero no ayudó con su colocación ni sus habilidades.
Domecq / Ortega, Rivera, Juli
Toros de Marqués de Domecq, mansurrones, cojo el 6º y bravo en la muleta el 4º, al que se le dio la vuelta al ruedo. Ortega Cano: pinchazo, estocada contraria que sale, dos descabellos (silencio); estocada entera (dos orejas). Rivera Ordóñez: dos pinchazos, tres descabellos (ovación y saludos); tres pinchazos, media tendida, descabello (ovación y saludos). El Juli: pinchazo, estocada trasera caída (oreja); estocada honda trasera (dos orejas). Plaza del Puerto de Santa María, 29 de julio. Casi lleno.
El primer animal iba y venía sin codicia, sabedor o ignorante de que no iba a hacer historia. En el cuarto, que tomó una varita, Ortega Cano se dejó ir en verónicas y chicuelinas y, tras el tercio de banderillas, se quedó solo en el ruedo para lancear a la verónica con más estilo que hondura. Con la muleta, ante el galope del toro, cuajó tres series de derechazos con gusto, una muy buena de naturales, seguida de otra en la que sacrificó el mando por darle sitio a la res, y unos pases por bajo primorosos. Pintó uno de pecho. La faena supo a torero, tuvo la gracia de la imperfección y el mérito de cumplir la suerte suprema despacio y haciendo la cruz. Regalo de un maestro que demostró que quiere seguir en ejercicio.
Nueva larga a porta gayola de Rivera ante un enemigo anovillado y corretón, al que recibió de muleta con enjundiosos pases por bajo y naturales que fueron ganando profundidad y longitud en dos series. La derecha no pudo ser, ni falta que hace. Rivera terminó ante un toro rajado y quiso matar en los medios; no pudo y acabó persiguiéndolo en tablas a la carrera tendida.
El capote de El Juli voló en lopecinas ceñidas entre el clamor del respetable y ante un toro flojo algo cojitranco. Banderilleó con facultades, conocimiento y ventajas, apretando hacia la pata coja de la res. Fue necesario todo el saber de El Juli para mantener en pie a la fiera, y hay que reconocer que lo consiguió.
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