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LA CRÓNICA
Columna
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Elogiemos ahora los teléfonos móviles

En una carta al director de EL PAÍS, el lector Carlos del Águila Suárez, de Madrid, escribía: 'Me declaro un decidido partidario de segregar a esa panda de locuaces-compulsivos usuarios del teléfono portátil, instrumento útil de inmadurez posmoderna, del resto de viajeros del tren. Sus cancioncillas y sus conversaciones fútiles no hacen más que contaminar el ambiente e impedir que podamos utilizar este maravilloso medio de transporte, además de para viajar, para pensar en lo divino y lo humano'. Esta carta era de soporte y agradecimiento a Vicente Molina Foix, que había escrito Rebaños en un tren (inspirado título y genial artículo).

Mis cincuenta mejores amigas y yo tenemos teléfono móvil y lo usamos todo el rato, pero, a pesar de eso, creíamos hasta hoy que este lector tenía razón.

¿Por qué los que se quejan de que se ven forzados a oír conversaciones de gente que habla por el móvil nunca se quejan de las conversaciones de la gente sin móvil?

Hoy hemos cogido el tren para ir a Cerdanyola, a un recado. Que el tren es maravilloso habría que verlo, pero cada uno tiene sus gustos. En el vagón había -al empezar el trayecto- unas veinte personas (sin contar a mis cincuenta mejores amigas, que tienen el Carnet Jove, y a mí, que no lo tengo, pero es por razones de edad). De estos viajeros, dos han hablado por el teléfono móvil y, efectivamente, han dicho cosas fútiles. Unos siete leían y, no les queremos engañar, lo que leían eran cosas fútiles. Algunos pensaban (y ahí no nos podemos meter). El resto de los viajeros hablaban entre ellos. Hablaban de cosas fútiles.

Vayamos a los ejemplos: una de las señoras lectoras leía una fútil revista. En la portada ponía: 'Masajes en pareja'. Y también ponía: 'Escuela de padres: el arte de tenerlo en brazos'. Una de las que han hablado por el móvil le ha contado (a alguien) que sí. Que sí, que había entrado en periodismo. Estaba muy contenta, y no es para menos. Repetía: 'Luego te llamo, que estoy en los ferrocatas', pero ha seguido contestando preguntas, explicando lo que hará esta noche, todo muy fútil.

De los que no hablaban por el móvil pero hablaban, destaquemos a una señorita que le contaba a una amiga una operación de cirugía estética a la que se sometería. Parece que el doctor le había dicho que si se dejaba hacer una foto antes y otra después para una revista médica, le haría rebaja. Ella va a aceptar, porque sus amistades no leen jamás revistas médicas y además no se la reconocerá. Más fútil imposible.

¿Por qué los que se quejan de que se ven forzados a oír conversaciones de gente que habla por el móvil nunca se quejan de las conversaciones de la gente sin móvil? ¿No es lo mismo? A los que les molestan las conversaciones fútiles en voz alta, sólo les molestan si son a través de un móvil. No se entiende.

Para qué engañarnos: la mayoría de las cosas que decimos a lo largo de toda una vida son fútiles. Los únicos que de verdad cuando quedan para hablar es para divorciarse son los personajes de Woody Allen. Jamás se habla de Proust en el asiento del al lado. Uno habla de Proust cuando está en su casa.

Los detractores del móvil se quejan también de que hacemos llamadas innecesarias. De que antes bien que podíamos pasarnos sin hacerlas. Es cierto. Volviendo del recado, en el tren, tres personas han llamado para decir a su nena que ya iban 'para allá'. Es innecesario. Pero ¿y qué? También comemos y bebemos más de la cuenta. ¿Sólo podremos hacer llamadas cuando necesitemos una ambulancia? Entonces, apaguen la luz del pasillo, que gasta.

La tercera cosa que dicen los detractores del móvil es que los que lo usamos en público hablamos demasiado fuerte. Vale. Pero los que hablamos demasiado fuerte por el móvil hablamos también demasiado fuerte con los extranjeros. Es porque nos domina la maravilla.

Y la cuarta cosa que dicen los detractores de los móviles es que los mensajes de texto que se mandan a través de ellos empobrecen el lenguaje. Como ya sabrán, la gracia es ahorrar espacios para, así, ahorrar dinero. Por ejemplo: si quieres decir 'nos vemos luego' pones 'ns vms lgo', y ya te entienden.

Bueno, ¿y qué pasa con los estenógrafos del Congreso de los Diputados? La estenografía es el arte de escribir, por medio de abreviaciones, a la velocidad del habla. Un estenógrafo, en lugar de escribir Piqué, escribiría Pque, seguramente. O pke. ¿Y qué nos dicen de los anuncios de venta de pisos? Todo ref. m. Sol. Id. Parejas. P. Emb.

¿Verdad que hay escritores honrados que aseguran y juran que les encanta sentarse en una terraza y ver pasar a la gente? ¿Verdad que algunos incluso dicen que se inventan sus vidas y establecen relaciones entre ellos? Bueno, ¿pues por qué no va a tener la misma gracia y poesía ver a la gente que oírla? A nosotras nos distrae.

Piensen que lo del móvil es una gran ventaja para los no fumadores. Finalmente pareceremos liberales como los fumadores: 'Yo, si a usted le molesta el móvil, lo apago', diremos, 'pero pídamelo educadamente'. Para que los no-usuarios repliquen: '¡Encima! Encima te lo tengo que pedir yo, si es que...'.

De acuerdo: el señor que escribía la carta al director decía que en el tren le gusta pensar. Pero, por una cuestión de estadística implacable, las cosas que pensamos en el tren casi siempre son fútiles también. La prueba es que en el trayecto Barcelona-Cerdanyola mis amigas y yo hemos pensado en el tema este de los móviles.

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