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El club estudia no volver a Nyon por los incidentes con los aficionados y la falta de comodidad

Diego Torres

Nyon ya no es lo que era. Ni la invitación de Manu Chao para acudir a su concierto en el festival local, el próximo domingo, ha evitado los síntomas de fastidio que presenta la expedición del Madrid, que desde el lunes reside en este pueblo suizo, situado en la falda del macizo del Dole. Nyon ha dejado de ser un rincón de reposo y el hotel de concentración que sigue a los madridistas desde hace casi una década en las pretemporadas de verano ahora se antoja anticuado, según varios miembros del equipo. Cientos de seguidores franceses y de la colonia portuguesa ponen asedio a la plantilla a la caza de un autógrafo de Figo y Zidane, y los jugadores viven encerrados en sus habitaciones. Figo fue insultado ayer por unos seguidores franceses porque no les firmó un autógrafo, y el martes estalló una pelea entre dos bandas de aficionados, sin que existiese motivo aparente. Lo que debe ser una pretemporada tranquila discurre bajo presión para el equipo, y ayer se supo que el club estudia cambiar el destino para la próxima temporada.

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"Zidane vale por seis jugadores, pero el equipo necesita reforzarse en otras líneas", dijo ayer Roberto Carlos, y no quedó muy claro si lo suyo fue una reclamación al director deportivo, Jorge Valdano, para que fiche más o un comentario sin mensaje intencionado. Lo que sí es seguro es que a su entrenador, Vicente del Bosque, se le ve solo y meditabundo durante los entrenamientos, como buscando la fórmula para dirigir una plantilla lastrada por el exceso de jugadores (32) y con un solo fichaje nuevo (Zidane).

Lo que sí es evidente es que Zidane vale por 6 y por 20 a la hora de convocar público. Su camiseta, con el cinco del Madrid a la espalda, se reproduce en decenas de aficionados y cada entrenamiento reúne a multitudes de francófonos al grito de "!Zizou, Zizou...!". Ayer, Zidane empleó media hora en firmar autógrafos tras de la sesión vespertina. Encedidos por la excitación, una multitud, apostada en las gradas que rodean el campo de entrenamiento, reclamó a Figo la misma atención. Se trataba de franceses en su mayoría, y el capitán de la selección portuguesa enderezó su marcha hacia el autobús sin reparar en el bullicio. Indignados por su indiferencia, algunos fanáticos le insultaron, y Figo les replicó con un gesto parecido a una peineta.

El martes, después de un entrenamiento, una pandilla de franceses de origen africano se enfrentó a otra de franceses de origen gallego. "¡Viva España!", gritaron los del segundo grupo en perfecto español y con acento gallego. Libraron un combate de puños y patadas que terminó en dispersión.

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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