El museo de Céret descubre el blanco y negro en la obra de los fauvistas
La exposición incluye obras de Matisse, Maillol, Derain y Gauguin
La consideración crítica del fauvismo no siempre ha sido tan relevante como ahora. Baste recordar que la expresión fauve ('fiera') proviene del impacto inicial que provocó el uso de fuertes colores y que incluso en la década de 1950, Pierre Francastel decía de los pintores fauvistas que se limitaban a 'vestir de colores vivos y largas pinceladas un esquema figurativo tradicional'. La exposición se inscribe en el proceso actual de difundir el verdadero alcance del fauvismo y pretende tener 'un marcado carácter didáctico', según explica Joséphine Matamoros, comisaria de la exposición y directora del museo de Céret.
Las causas del anómalo prestigio del fauvismo hay que buscarlas, a juicio de Pernoud, en la falta de un programa o un manifiesto, en su breve duración (desde 1904 a 1908) y en las diversas direcciones que tomaron algunos integrantes de esta corriente. 'El Braque cubista, el Derain del retorno al orden y, sobre todo, la personalidad de Matisse acabaron dando al fauvismo un carácter de experimentación juvenil', explica.
'Los fauves dieron una nueva dimensión a la estampa, ya que hasta la implantación de la fotografía, lo que pretendía era reflejar de manera fidedigna la realidad. Los fauves retomaron esta técnica con la voluntad de decir cosas nuevas', explica Matamoros.
Innovaciones
En 1905, momento en que aparecen los grabados fauvistas, el arte de la estampa estaba viviendo un momento de cuestionamiento, ya que se pensó que era un soporte obsoleto debido a los grandes progresos tecnológicos de la época. Las innovaciones realizadas en este campo abrieron, sin embargo, la puerta a las nuevas percepciones artísticas y de la realidad que aportarían las primera vanguardias.
La exposición está dividida en cuatro apartados. El primero de ellos está dedicado a los precedentes del fauvismo y exhibe las obras de Gauguin realizadas en Tahití, Mahana no varua (El diablo habla) y Noa Noa. También como obra precursora de esta corriente puede contemplarse La vague, de Aristide Maillol.
Otro apartado destacado de la exposición es el dedicado a las xilografías que realizó Dufy para ilustrar el Bestiario de Apollinaire. En esta sección se presentan también varias de las planchas originales que se emplearon para su impresión.
Un apartado íntegro está dedicado a Matisse con 25 litografías en las que destacacan, sobre todo, 'el gran trabajo de depuración que realizó el artista', según Matamoros. La exhibición se cierra con una selección de grabados de los expresionistas alemanes Heckel y Kirchner.
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