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Columna
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Sol

Madrid es un género literario. No hay otra ciudad que haya suscitado algo parecido a lo que se llama madrileñismo. Y en Madrid, la Puerta del Sol se ha llevado las preferencias de los escritores. No hay más que recordar a Mesonero Romanos, que la llamaba 'punto culminante de este mundo sublunar'; a Ramón Gómez de la Serna, su gran tratadista, o a Manuel Ossorio y Bernard (1839-1904), autor de un Viaje crítico alrededor de la Puerta del Sol, que acaba de reeditar Castalia, al cuidado de Isabel Jiménez Morales.

Ossorio y Bernard nació en Algeciras y se quedó huérfano muy joven, sin oficio ni beneficio, y, dice él mismo, 'con el agravante de que yo escribía versos'. Encontró un magro empleo en la burocracia y se ganó la vida con sus artículos; de ahí, dicen sus biógrafos, que no haya día en que no aparezca su firma en algún diario de Madrid, de Cuba, Filipinas o México. Fue poeta, ensayista, dramaturgo y aún tuvo tiempo de escribir libros destinados a la educación de la infancia.

El Viaje..., que empezó a publicarse como folletín en 1874, es un libro de denuncia. Describe, por ejemplo, los simones y los ómnibus de mulas que estacionaban en Sol, cuyos cocheros gritaban '¡Al Santo, al Santo!' en día de romería; o '¡A dos reales, al patíbulo!' si ofrecían llevar a los curiosos a presenciar las ejecuciones.

En el Café Imperial, dice, había 'empleados que abandonan sus tareas para despejarse de los trabajos que no han hecho y prepararse para los que no han de hacer; cesantes que, cansados de murmurar en pie de los ministros, se sientan a la mesa para proseguir su ocupación; periodistas que buscan o inventan noticias para la última hora'.

Habla de los bolsistas, de los hombres de negocios, de los pícaros que operan en Sol, de los 'caballos blancos', siempre rodeados de cómicos, porque eran los que ponían el dinero para que pudiera estrenarse una función. Y se refiere también a los inventos y avances de la época del Progreso: la electricidad, la traída de aguas, la fotografía. Transcribe con gracia una discusión entre un fotógrafo y su cliente: 'Yo tengo dos orejas y usted no me ha sacado más que una', y el fotógrafo responde: 'Repare usted en que el retrato es de perfil'.

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