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Cuestiones pendientes

Un reciente informe del profesor de Sociología de la Universidad Autónoma de Barcelona, Lluís Flaquer, analiza de forma comparativa las políticas familiares en toda Europa y pone de relieve las enormes dificultades que la mujer española tiene para conciliar la vida laboral y familiar.

Entre otras, cabría destacar tres conclusiones del citado trabajo: que la mujer española es la que realiza una jornada laboral más larga y, por tanto, tiene una carga adicional que la coloca como la más estresada de Europa; que es la que recibe menos ayudas del Estado por hijo (exceptuando Grecia) y que la tasa de natalidad española es la más baja del mundo (1,07 hijos por mujer).

Las familias españolas son, junto a las griegas, las que reciben menos apoyo. El conjunto de países de la Unión Europea (UE) tienen de media una inversión siete veces superior en el capítulo de los subsidios familiares. En situaciones excepcionales como la de Suecia llega a ser hasta 13 veces superior a la española. Nos hemos equiparado en muchas cuestiones que conciernen al orden macroeconómico, pero socialmente aun quedan muchos aspectos que habrá que mejorar.

Tenemos que hacer un esfuerzo por igualarnos a las políticas familiares más avanzadas del resto de socios comunitarios

Desde nuestra doble condición de mujeres y empresarias nos planteamos de forma contundente dos retos que creemos inaplazables. El primero es la aplicación coherente y racional de una jornada laboral que permita conciliar realmente la vida laboral y familiar. Si conseguimos que se implanten horarios que finalicen entre las 17 y 18 horas como ocurre en toda Europa, habremos dado un paso importante para conseguir que las mujeres españolas no sean las 'más estresadas de Europa'. Todo ello, debería verse reforzado por un apoyo y fomento de la contratación a tiempo parcial en la que jornadas reducidas no sean gravadas, sino incentivadas.

Nuestro segundo gran objetivo, aunque no por orden de importancia, es la consideración de la mujer embarazada no como un 'estorbo' para las empresas. A pesar del intento de equiparación con otras legislaciones europeas, en lo referente a la baja maternal, en las pequeñas y medianas empresas una mujer en estado genera una serie de 'inconvenientes' que no podemos obviar, como pueden ser formar a su sustituta por un periodo muy reducido, traslados en las actividades de riesgo, cambios de horarios, excedencias, con el agravante que supone el incremento en los costes económicos empresariales. Como consecuencia, se generan serias reticencias a la hora de contratar mujeres en edades de concepción.

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Ahora bien, si a la empresa se la incentivara con la exención de cotizaciones sociales durante dos años por una mujer embarazada, independientemente de cuándo fuera su incorporación, ésta vería compensadas las pérdidas económicas organizativas. La maternidad no sería, por tanto, un impedimento para el desarrollo profesional de la mujer. Seguramente entonces, no hablaríamos de una de las tasas de natalidad más bajas de Europa.

Nuestra plena integración en Europa no debería significar sólo una moneda única o un coste similar en los tipos de interés. Sin duda, tenemos que hacer un esfuerzo por igualarnos a las políticas familiares más avanzadas del resto de socios comunitarios, con el fin de evitar desigualdades que aun existen en nuestro país. Porque son estas cuestiones las que el ciudadano realmente percibe y es cuando se cuestiona si el proyecto europeo merece la pena.

María Helena de Felipe es presidenta de la ACEE (Associació Catalana d'Empresàries i Executives).

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