La legión de los inquisidores bobos
La idiotez no descansa, y menos en verano. La última cruzada de los inquisidores bobos, que forman una insulsa y pertinaz legión, ha encontrado a su víctima ideal. Su víctima estival. A los inquisidores bobos no se les ha ocurrido huronear en la historia universal de la infamia, ni rebuscar en las hemerotecas, ni investigar en los archivos de la policía ni, muchísimo menos, solicitar la colaboración de Amnistía Internacional o de la Asociación de Víctimas del Terrorismo. A los inquisidores bobos, inflamados por el sol del verano, no se les ha ocurrido denunciar las amnesias seniles de Augusto Pinochet ni la flaca memoria democrática del comandante Castro.
A los inquisidores bobos les importa un comino Pinochet, Milosevich o Castro. Ya han elegido víctima: se llama Calimero. Llevan años luchando contra el crimen y tienen experiencia, sobre el papel al menos. Han llevado con éxito numerosas pesquisas. Han denunciado a ese fascista belga que atiende por Tintín y que recorre el mundo con un terrier estúpido y un marino dipsómano. Han perseguido de manera implacable, hasta la más recóndita viñeta, a un capitán infame con fama de franquista que se apellida Trueno.
Ahora le toca el turno a Calimero, el pollito italiano del atillo y el cascarón de huevo, el campeón de la mala fortuna. El tenebroso Oliverio Toscani, que exhibe el dudoso mérito de convertir la miseria humana en publicidad de pantalones, camisetas y faldas de diseño, ha arremetido contra Calimero.
Aprovechando que el padre de la criatura, el dibujante Toni Pagot, acaba de fallecer, Toscani y sus cruzados de la santa idiotez han montado un buen pollo mediático acusando de 'patético, racista y falso' al huérfano Calimero. Hasta el semiólogo Umberto Eco ha intervenido en el proceso. Un proceso que Oliverio Toscani y sus secuaces querían convertir en linchamiento.
Calimero ha tenido buena suerte con su abogado defensor: el pollo ha superado la barrera de la inmortalidad, dice Eco. Ya no podrán freirlo con sus torpes calumnias.Mafalda, mientras tanto, ha lanzado un suspiro de alivio.
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