Ritmo y destellos en la actuación de Gil y Nascimento en el Festival Grec
En cosas de música uno más uno no siempre son dos. Si la sinergia funciona, el resultado puede ser tres, cuatro, cinco o incluso bastante más, y, si no funciona, puede fácilmente caer por debajo de cero. Sumar dos superestrellas de la música brasileña podría parecer un tanto seguro, y así lo ha sido en múltiples ocasiones (pocas músicas son más proclives a las colaboraciones de lujo como la brasileña; en el recuerdo están grandes bombazos a dúo, trío o cuarteto), pero, por una vez, y sin que sirva de precedente, el resultado de la suma ha quedado, sin llegar a ser negativo, por debajo de las expectativas. Como mínimo en directo. En el concierto que ofrecieron dentro del barcelonés festival Grec, Milton Nascimento sumado a Gilberto Gil fue igual a una pequeña decepción.
Ya de entrada la plaza mayor del Poble Espanyol no es el lugar idóneo para una música de estas características, y más cuando la sonorización es bastante deficiente. El grupo traía su propio técnico de sonido, pero no supo sacarle partido al lugar y el resultado fue una amplificación plana, sucia y sin el mínimo matiz.
En segundo lugar, ¿por qué a la mayoría de cantantes brasileños les gusta llenar el escenario de músicos aunque la mitad aporten poco o nada al resultado final? En este caso, Milton Nascimento y Gilberto Gil poblaron el escenario de percusiones, teclados, guitarras y sopladores que, aunque aportaron espectacularidad a su espectáculo (en realidad no la necesitaba), sólo sirvieron para tapar a los dos líderes e impedir los momentos de intimidad. Fue una actuación sin sobresaltos ni altibajos, pero también sin sorpresas.
Momentos de paz
Gilberto Gil y Milton Nascimento están sumidos en su primera gira conjunta y han preparado para la ocasión un abanico de temas que aúna ambas personalidades. Canciones llenas de ritmo y destellos que no acabaron de cuajar posiblemente por culpa de las circunstancias. Gil, vestido totalmente de rojo, y Nascimento, totalmente de azul, organizaron su concierto alrededor del ritmo con algunos momentos de paz que se agradecieron; por ejemplo, cuando ambos tocaron el acordeón en recuerdo de Luiz Gonzaga, y deslumbraron, una vez más, por sus portentosas facultades comunicativas. Los falsetes de Gil o las profundidades de la voz de Milton son de los que se clavan profundo, y más cuando van acompañados de un ritmo caliente e infeccioso.
Alguien cercano a Nascimento comentaba al final que, si el músico nunca había conseguido introducirse totalmente en Europa, era porque nunca se le había podido oír en un teatro en condiciones. Sin duda tenía razón, pero ésa es una opción del propio músico o de los promotores, y no del público. Así que, mientras esperamos ese momento, tendremos que conformarnos con conciertos como el del miércoles: bailar mucho y escuchar poco, o, lo que es lo mismo, sudar sin disfrutar demasiado.
Babelia
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