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Reportaje:

Un uniforme de quita y pon

Tres jóvenes suramericanos cuentan por qué dejaron el Ejército a los pocos días de ingresar, aunque uno ha decidido volver

'Aquí tienes lo que buscas.' Este es el eslogan de las Fuerzas Armadas que se ve en el metro de Madrid. Es también lo que pensaron Daniel Vilarrubla, de 19 años, Marcelo Figueredo, de 20, y Ariel Oñate, de 23, tres hijos de emigrantes españoles que viajaron desde Argentina y Uruguay para integrarse al ejército. Y, como ellos, buena parte de los 236 jóvenes de esos países que se alistaron como solados profesionales. Pero lo que buscaban Daniel, Marcelo y Ariel no era sólo vestir el uniforme. Tampoco jurar la bandera. Querían un empleo. Una forma de salir de su país. De emigrar de la crisis económica y tener 'techo y comida' hasta lograr trabajo en España.

Daniel, Ariel y Marcelo son tres de los más de 40 hijos de emigrantes que se han dado de baja en las Fuerzas Armadas. Estaban aún en el 'período de prueba': los primeros meses de formación antes de firmar el contrato. Se habían incorporado un par de semanas antes, tras aterrizar, el 21 de junio, en Madrid. A través de un convenio, Iberia financió sus pasajes, que les serían descontados en cinco plazos de su sueldo del Ejército.

Marcelo juega al baloncesto. Es nieto de españoles, y en Uruguay vivía con sus padres, su abuela y un hermano. Trabajaba en una panadería. Poco tiempo antes de viajar le propusieron firmar por un club de baloncesto de Primera División, pero la invitación al Ejército fue más seductora. Pensó que tendría 'mejor futuro' en España y que las Fuerzas Armadas profesionales le abrían la puerta para llegar hasta allí. Así que sus padres le pagaron el billete al contado -con descuento por viajar a integrarse al Ejército-. Desde un principio pensó en no seguir la carrera militar, y en buscar un empleo o dedicarse al baloncesto. Así que el 27 de junio, después de cerciorarse de que el Ejército no es lo suyo, solicitó la baja. 'La mayoría se quería volver', comenta sobre sus compañeros de la Academia de Ingenieros de Hoyo de Manzanares. Y agrega que una de las cosas que no le gustó es que 'había mucha droga'. Marcelo se fue a Valencia, a la casa de un amigo uruguayo. Allí estableció contacto con el mundo del baloncesto español. Consiguió hacer una prueba para el Pamesa de Valencia.

Ariel, en cambio, todavía no ha definido su futuro. En Argentina tiene mujer y una hija de 18 meses. Allí trabajaba de camionero. Pero el día que le llegó la carta invitándolo a sumarse al Ejército de España -por ser hijo de una emigrante española-, no lo pensó demasiado. 'Te sentís mal en Argentina y te sale una posibilidad laboral y la agarrás. Vine a buscar un mejor futuro para mi hija'. Desde que puso un pie en el avión supo que quería quedarse en España y, luego, llevar a su familia. Si no se adaptaba a la carrera militar, pediría la baja y buscaría un empleo. Y no se adaptó. El jueves 28 de junio dejó la Academia de Ingenieros de Hoyo de Manzanares. La vida militar no era como él pensaba. 'Me habían dicho que estaría en una habitación de cuatro personas, que iba a tener comodidades, televisión. Y no había televisión y éramos ocho por habitación', dice. Ariel busca empleo y recorre todo tipo de oficinas estatales para obtener su DNI, su permiso de trabajo y el visado para su mujer. Aún no sabe si volverá a Argentina o echará raíces en España. Todo depende de los trámites.

Daniel ha decidido volver al ejército. Para él, la explicación de las bajas de argentinos y uruguayos es sencilla: 'Muchos pensaban que venían a que te lavaran la ropa y que no iba a haber disciplina militar'. Él pidió la baja la semana pasada y se fue a Barcelona a la casa de su hermano. 'Todos estaban renunciando y me dio miedo. No quería quedarme solo', dice. Además no estaba acostumbrado a ver 'a tantos drogándose'. En Barcelona le ofrecieron trabajo como cocinero, pero no lo aceptó. Se dio cuenta que no es 'lo suficientemente responsable' como para mantenerse solo. Así que decidió retornar a Hoyo de Manzanares. 'En el Ejército voy a tener una casa y qué comer. Voy a tener con qué estabilizarme para después saber por dónde empezar', dice. Firmará por dos años. ¿Luego? No sabe. Tal vez estudie hostelería. O quizás ingrese en la Guardia Civil. Pero algo sí tiene muy claro: 'Volver a Argentina, no vuelvo'.

Una joven hija de emigrantes españoles jura bandera, ayer, en Santander.
Una joven hija de emigrantes españoles jura bandera, ayer, en Santander.EFE

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