Entre colegas

Cerca de cuatro mil espectadores acudieron a la velada inaugural de la Feria de Julio, atraídos por el sabor de Jarabe de Palo, que presentaba en Valencia su tercer álbum, titulado De vuelta y vuelta. A tenor del seguimiento del repertorio propuesto por el grupo de Pau Donés, extensible a la mayoría de las nuevas canciones, era evidente que la explanada de Viveros estaba copada por fans, con escasas excepciones, lo que hizo cuajar un cálido encuentro sólo interrumpido por dos inoportunos cortes de fluido eléctrico. Diluido el efecto sorpresa de La Flaca (canción que marcó el ecuador del concierto) y el de confirmación con Depende (que Donés aborda en plan cantautor con guitarra acústica), que mantuvo a Jarabe de Palo como grupo de moda en la onda latina, lo que ahora queda es el asentamiento de un estilo deudor de la semilla negra plantada en su día por Santiago Auserón que difícilmente puede ofrecer novedades y ha de sostenerse por el peso de las canciones o pasar lentamente a ser historia. En ese desafío, Jarabe de Palo mantiene el tipo, gracias a dos elementos básicos: la hábil introducción, en el esquema de un rock convencional, de ingredientes rítmicos de carácter étnico (guitarra africana por aquí, acordeón de ballenato por allá o percusión salsera donde corresponda) y un quinteto que, sin estridencias, demuestra una solvente competencia en directo. Porque lo otro, la percepción del compositor y líder del grupo por buena parte de sus fans como un colega de toda la vida, que forma parte inseparable de su atractivo, mejor dejarlo para los estudiosos de la sociología de masas.