_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Los conflictos de Casp

Fue en los años 1.975/76 cuando Xavier Casp y Miquel Adlert comenzaron a sentar las bases de lo que se convertiría luego en el llamado 'conflicto lingüístico'. De pronto, esta pareja se 'dió cuenta' de que la lengua en la que habían venido escribiendo, editando y enseñando a escribir durante su ya larga vida, 'no era la lengua que hablaba el pueblo'. Casp, en un artículo publicado en Levante titulado M'explicaré, trataba de explicar éste descubrimiento excepcional. Miquel Adlert quiso ampliar la explicación en un divertido panfleto titulado En defensa de la llengua valenciana. ¿Con qué intención se adoptaba éste absurdo cambio de opinión en contra de toda lógica, de toda racionalidad, éste renegar de lo que había sido su trayectoria literario-lingüística durante tantos años? Una muy clara y nítida: buscar el desprestigio de la bestia negra, que no era otra que Joan Fuster. Fuster se había convertido en el lider del cotarro valencianista (cultural y político) que ellos habían liderado a partir de la postguerra. Había, pues, que demonizar y estigmatizar a Fuster. Fuster escribía en 'catalán' no en 'valenciano'. El valenciano era otra lengua distinta (feliz hallazgo filológico que ellos acaban de descubrir). Y empezaron a inventarse ortografías y normas estrafalaria para justificar esa 'diferencia'. Y crear, a su vez, un sentimiento anticatalanista.

En ello encontró sus bases la derecha valenciana para su utilización política. Primero la franquista residual y luego la de UCD al perder las elecciones de junio del 77. Y surgió lo que se llamó la 'batalla de Valencia'. El demonizado Fuster, el traidor Fuster (ahora el traidor es Casp) fué objeto de atentados con bomba en su domicilio. Y con Fuster, fueron (fuimos) demonizados todos los que mantuvimos la unidad de la lengua y nos oponíamos a la secesión lingüística. Una especie de kale borroka se instaló en aquellos años en las ciudad de Valencia con algaradas callejeras, atentados a librerias, artefactos explosivos en la plaza de toros, etc. En la creación de éste clima urbano irracional tuvo no poca culpa algun medio de comunicación de la capital. Y una publicación alentada por Casp y Adlert como la revista Murta.

Ahora resulta que, con motivo de la constitución de la Acadèmia Valenciana de la Llengua, y la entrada de Casp como académico, por la parte de los secesionistas, sus huestes le han llamado 'traidor' por haberse prestado al paripé montado por Zaplana. He de decir que, en mi opinión, tienen toda la razón. Esta gente que fue engañada y manipulada con el tema de la lengua por Casp y Adlert, hasta crear en ellos un odio visceral, es lógico que se revuelvan contra su líder por aceptar su entrada en una institución que, según ellos, va a significar un triunfo del catalanismo. Hace unos días, Casp tuvo que salir escoltado por la policía de la sede de la Real Academia de Cultura Valenciana para protegerle de las iras de sus seguidores. Celebro esa protección que pudo evitar males mayores. Tal vez su integridad física. Pero celebro, también, que se haya encontrado en esa circunstancia, afortunadamente y gracias a Dios sin consecuencias lamentables, para que sepa lo que otros sufrieron y en muchas ocasiones sin protección. Cuando se sientan las bases de la irracionalidad no se puede predecir lo que pueda pasar. Por ejemplo, que esas bases se revuelvan contra sus progenitores. Lo que mal empieza mal acaba. Casp, con Adlert, creó un conflicto. Y se le ha convertido en un bumerán.

fburguera@inves.es

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_