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Reportaje:

La intacta curiosidad de Bonington

El mítico escalador, todavía activo a sus 67 años, presenta en Bilbao la reedición de su autobiografía

Diez lustros de escaladas imposibles no han saciado la curiosidad del inglés Chris Bonington, de 67 años, un mito del alpinismo que estos días celebra en España las bodas de oro de su matrimonio con la montaña. Bonington sigue escrutando paredes atractivas y explorando cimas exóticas como si la vida no ofreciera mejores alternativas, caminos que ya exploró como reportero, escritor y fotógrafo. Sencillamente, la escalada le sigue concediendo los estallidos de felicidad que otros persiguen, a menudo sin suerte, en latitudes dispares.

La escalada es uno de los raros deportes que dignifican la amistad. Unidas por una cuerda, dos voluntades se convierten en una sola, concentrada en celebrar la consecución de un fin o en mascar al unísono una derrota. Esta realidad ha mantenido la fidelidad de Bonington y su compromiso con una actividad que desgasta las ambiciones más rocosas. El día que Bonington se inició en la escalada, con 16 años, perdió también un amigo, primero de una larga lista. Aterrorizado por la experiencia (vagaron un par de días perdidos), éste decidió poner fin allí mismo a su bautizo como alpinista; Bonington, en cambio, halló nuevos amigos a los que encordarse: muchos han muerto en el Himalaya o en los Alpes. Suele recordarlos en sus proyecciones, intercalando paisajes terribles con sonrisas de los desaparecidos.

De hecho, Bonington, recuerda sus gestas con términos sencillos como 'vivimos horas felices' o 'era el mejor compañero que un escalador puede encontrar'. No entra en las dificultades técnicas de sus progresiones, no apabulla con datos y estadísticas sobre su persona. Ni rastro de orgullo ególatra en un personaje que abrió el Pilar del Freney, en el Mont Blanc, que escaló la cara norte del Eiger en 1962 o el Ogro, en Pakistán, y dirigió las primeras escaladas por la terrorífica cara sur del Annapurna o la sobrecogedora cara suroeste del Everest. Antes, prefiere demostrar con pequeñas indicaciones y anécdotas la intensidad de los momentos compartidos, tanto los felices como los dolorosos.

Su visita -la semana pasada ofreció una conferencia en Bilbao- le ha permitido presentar la reedición de su autobiografía, publicada en castellano por Ediciones Desnivel. La obra recoge un periodo a menudo obviado de su trayectoria, cuando entre 1962 y 1968 trabajó como redactor y fotógrafo para el Daily Telegraph.

El pasado día 17 amaneció gris y lluvioso al pie de la cara sur del Naranjo de Bulnes, la vía escogida para que Bonington descubriera los Picos de Europa. 'No quería escalar', asegura, 'y esperé un milagro que nos hiciera renunciar, lo mismo que en 1962, antes de escalar la norte del Eiger. No se produjo, pero luego todo fue perfecto'.

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