Memorias
Cuando una imagen del pasado nos llega o la trasladamos intencionadamente a la actualidad, es el momento en el que podemos tomar conciencia de que la vida es historia. La vida de cada uno, de todos, es la historia desconocida, salvo cuando alguien la tiene o se cree capaz de hacerla lo suficientemente interesante como para dejar constancia de ella por escrito. Entre esos pocos aventureros hay tantas vidas y tan variadas como escritores y estilos literarios; las hay cortas o largas según las modas, las épocas, los gustos, los recuerdos y la capacidad de soportar algunos de esos recuerdos que tenga el autor. En estas últimas semanas se han presentado dos memorias de vidas que serán historia, y se ha hablado de otra no tan reciente pero también de gran interés.
'La memoria puede ser un infierno y el olvido un paraíso, pero olvidar es un imposible'. Es una cita de Max Aub que pude oír hace unos días en un seminario sobre Literatura y Exilio. Escribiendo para olvidar, el escritor exiliado se sorprendió de repente atrapado en sus propias palabras con el recuerdo de terribles sucesos de nuestra guerra. Le brotó desde lo más recóndito y no llegó nunca a formar parte de unas memorias sino que se quedó preso en un excelente relato: El remate.
Un caso diferente por su extensión y por su intención, pensado con minuciosidad y calculado para leer sin prisas, es el de Miguel García Posada, cuyo segundo tomo de memorias, Cuando el aire no ha muerto, se ha presentado esta semana y me imagino que tendrá tanto interés como el primero, en el que refleja su percepción sobre esta ciudad durante su infancia.
Por último, la más corta quizá de todas las memorias que existan sea la de Fernando Ortiz, Apuntes autobiográficos y otros papeles, cuyas bellas páginas sobre su vida y referidas a su infancia suman 21. En su opinión, los escritores anglosajones son muy pudorosos en sus memorias mientras que la mayoría de los españoles se preocupan de convencer a los lectores de que ellos no tienen la culpa de nada. Se califica a sí mismo tan antiguo como para creer que el hombre crea su propio destino. En cualquier caso deja claro que él tuvo una infancia feliz.
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