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Crónica:FERIA DE ALICANTE
Crónica
Texto informativo con interpretación

Una oreja y un cuerno roto

Pues una oreja que se llevó Rivera Ordóñez y la bronca que le montaron al presidente porque un toro se rompió un cuerno por la cepa, fueron las dos notas más destacadas de la corrida de ayer quinta del abono de Fogueres de San Joan. Y poco más pasó. Bueno, sin exagerar, pasaron los toros de Victoriano del Río, ¡puro Domecq oiga! dando más pena que gloria.

Esa pequeña parcela, que entraría perfectamente en la crónica rosa, se la llevó un sorprendentemente dispuesto Rivera Ordóñez con el segundo de la tarde, Gamberro por nombre, al que el madrileño toreó pulcramente con el capote destacando un par de verónicas de bella ejecución en el quite. Luego con la pañosa metió, también aseado, mucho pico, pero como el público daba olés la faena, al noblote debilucho, le valió el único trofeo de una tarde que también tuvo su cruz para el presidente. Y es que cuando el respetable la toma con el palco, a ver quien discute su soberanía.

Río / Caballero, Rivera, Morante

Toros de Victoriano del Río, de justa presentación, algunos sospechosos de afeitado; 4º y 5º con cierta casta; inválidos los tres primeros. Manuel Caballero: estocada tendida (ovación y saludos); estocada corta (silencio). Rivera Ordóñez: media estocada caída (oreja); seis pinchazos -aviso- y descabello (silencio). Morante de la Puebla: pinchazo, media estocada caída y dos descabellos (palmas); tres pinchazos y descabello (silencio). Plaza de Alicante, 21 de junio. 5ª corrida de feria. Dos tercios de entrada.

A pesar de ello se equivocaron ayer los que mentaban a la respetabilísima madre del usía. Un toro, el más íntegro y encastado que salió, remató en un burladero con fuerza. Tanta que se partió el cuerno por la cepa. Tras recibir tremendo castigo en varas, siendo el que más se empleó, salió con la defensa izquierda colgando. El público montó una escandalera pidiendo una devolución que el reglamento, al lastimarse durante la lidia, no contempla. Aplicó el presidente todo el rigor y Manuel Caballero tomó el acero y despachó al inválido.

El manchego si pensó sacarse la espinita del que abrió plaza se quedó con ella clavadita, pues clavadito en el suelo es a donde iba a parar el inválido primero tras cada tanda. Al natural pasó sin más y tan sólo un circular por detrás levantó los ánimos de sus seguidores que eran legión. No lo mató mal pero aquel especímen, ante torero antaño triunfador con corridas menos comerciales, no se premió más que con una ovación.

Tampoco el sevillano Morante de la Puebla recordará su paso por el coso alicantino en su biografía. Y eso que con el capote hizo el mejor toreo de la tarde. Pechó con el más grande de la corrida pero también el más cómodo de cara. Como todos sus hermanos fue a puyazo por cabeza. Y llegó asfixiado al tercio de banderillas. Metió bien la testuz, en la muleta, llevándolo a media altura pues en cuanto bajaba la mano, ¡barrigazo! y así, como dijo el clásico, 'No se pue atoreá', total que lo hizo pasar por la izquierda un poquito y como tardeara se deshizo del animalito a base de tizona.

Y ya en el que cerró plaza, con la gente deseando irse a ver el colorista pasacalle de la ofrenda de flores, Morante quedó inédito con el capote. Los rehileteros, que el andamio está duro, clavaron incluso en la barriga del negro toro y dejaron hecho una madre al noble burel. Luego el de la tierra de María Santísima le obligó a tomar los trapos. y hasta dió un par de naturales más que nada por justificar y ver si la gente que se iba se quedaba un poco más.

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