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Crónica:FINAL DE LA NBA | BALONCESTO
Crónica
Texto informativo con interpretación

Los Lakers, a un triunfo de revalidar su título

Finalizada la rueda de prensa posterior al tercer partido, Bryant se dirigía hacia el autobús del equipo cuando un aficionado de los Sixers le hizo un comentario despectivo. 'El miércoles vamos a extirparos el corazón', contestó, desafiante, el jugador. La operación resultó un éxito para los Lakers: Bryant y O'Neal suministraron la anestesia. Shaw, Lue, Horry y Harper, con el pulso firme, cogieron el bisturí en los últimos minutos y extirparon el órgano motor de su rival. El pronóstico del alero se cumplió. Los Ángeles venció al Filadelfia por 86-100 y se sitúa (3-1) a una victoria de revalidar el título que logró la temporada pasada.

La esencia del triángulo ofensivo llevado a su máxima expresión. Cada parte es esencial para construir el todo, prima la colectividad sobre el ego. La pareja estelar del equipo llevó el partido a aguas tranquilas durante los tres primeros cuartos, que finalizaron con 18 puntos de ventaja para los Lakers. Al inicio del último periodo, en la primera posesión, los Sixers anotaron con facilidad tras una penetración de Snow. Con tan sólo 25 segundos disputados y 16 puntos arriba, Phil Jackson pidió tiempo. Su enfado era monumental porque no le había gustado nada que Fisher, Fox y Bryant sólo marcaran con la mirada el ataque del Filadelfia. Los jugadores de Larry Brown hicieron un último esfuerzo y colocaron un parcial de 11-0 a su favor. Jackson retiró al trío que daba el partido por ganado y sacó a Lue, Harper y Shaw, que devolvieron el parcial y situaron el marcador en 85-70. Ahí se acabó el encuentro. Por una vez, no fueron los cirujanos jefes los que realizaron la intervención, pero el resultado fue igual de satisfactorio.

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Todo fue muy cómodo para los Lakers hasta el tercer cuarto. A Brown pareció que ya no le quedaban más conejos que sacar de la chistera. Ha hecho magia con un equipo que ha llegado fundido a la final. El corazón no es capaz de bombear suficiente sangre a unas piernas que parecen haber dicho 'basta'. Su defensa no fue tan aguerrida e intensa como en los tres primeros partidos: permitieron rebotes ofensivos y canastas fáciles. Su rival, al contrario, ha recuperado la intensidad defensiva que le llevó a conquistar el Oeste. Era un mal síntoma que, finalizado el primer cuarto, perdieran por ocho puntos ante unos Lakers que terminaban muchos ataques con un pase a la grada. O'Neal, que había visitado el día anterior el zoo de Filadelfia -le encantan los animales y espera algún día estudiar zoología- se llevó un tapón de Mutombo. Mala cosa. Ahí despertó la fiera salvaje y a partir de ese momento machacó una y otra vez el aro rival sin que el pívot africano pudiera hacer nada. El gran favorito al trofeo de mejor jugador de la final acabó con 34 puntos y 20 rebotes.

La puntilla para los Sixers fue la salida a pista de Lue, que no sólo se limitó a controlar con eficacia a Iverson. Últimamente, cada vez que entra en la cancha los Lakers se sienten más cómodos. La circulación del balón es más fluida. El triángulo ofensivo carbura mucho mejor. Si hay dos contra uno a O'Neal, el equipo se mueve con precisión matemática: la pelota va de un lado a otro, toda una sinfonía de pases y cortes que casi siempre acaba en canasta.

El partido estaba decidido con sólo un cuarto por disputar. Sin embargo, el Filadelfia no es de esos equipos que se dan por vencidos a las primeras de cambio y se arrimó en el marcador a base de casta. Ahora su motivación será lograr algo que nunca ha hecho nadie: remontar un 3-1.

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