Tiempos cambiantes
El Times de Londres, una biblia del periodismo, apoya por primera vez en doscientos años al laborismo. El diario no ha cambiado: el laborismo, sí. Y el conservadurismo. Puede que éstas sean las elecciones en las que se confirme su extinción, como antes cayó el Partido Liberal. El grito seco de su ninfa Egeria, Thatcher, 'antes muerta que europea', es un canto de cisne. No es que no lo compartan muchos británicos, orgullosos de su insularidad y de su naturaleza sajona. La otra isla, Irlanda, ha elegido Europa y ha ganado: su enriquecimiento y su cambio de vida son notables. Hasta las cuestiones religiosas se suavizan. Era un catolicismo militante que se utilizaba contra el anglicanismo opresor, y aún quedan signos fuertes y unitarios en el Ulster.
El anglicanismo está herido de muerte en quien es su cabeza visible, la monarquía. La mayor herida al dragón la causó la princesa Diana, que se escapó con un árabe antes que ser reina, y el no menos adulterino príncipe de Gales, heredero de la corona. ¡Cómo están las monarquías! La de Nepal recuerda el origen de muchas: los fratricidios, los parricidios por el trono. Este Trastámara de allí, coronado con un gorro de plumas que lleva seriamente con un traje occidental, se enfrenta con la revuelta de su pueblo: los hombres se rapan la cabeza y estarán tres días sin tomar sal en los alimentos: vaya revolución. Entre tanto, el ex rey Simeón de Bulgaria regresa a su país con la idea de volver al trono y dice que las monarquías son más estables que las repúblicas. ¡A nosotros nos lo va a decir! Después de todo, fue aquí donde aprendió junto a Franco, gran preceptor.
Con esta divagación pierdo el hilo, que era señalar el fenómeno británico: los conservadores se hunden porque conserva mejor el laborismo, que ya hace años abandonó el contenido de su nombre: 'labour', trabajo, partido de los sindicatos. Es curiosa esta manera de reducir a la palabra todo el viejo programa. Laborista, socialista obrero: no socializan, no nacionalizan, no se apoyan en la clase trabajadora, en los obreros, que ahora caen de los andamios o se asfixian en las minas pero sin la condición de obreros. Tampoco lo son los inmigrantes. Son otra cosa. Problemas, molestias.
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