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Una vecina permaneció en su casa con las puertas selladas con toallas mojadas

Los bomberos tardaron 20 minutos en apagar el fuego en la calle de Alcalá

Esther Sánchez

El resto de los vecinos del número 343 de la calle de Alcalá decidieron bajar por las escaleras para escapar del incendio, excepto una señora que permaneció en su casa, con las puertas cerradas y los marcos rodeados de toallas mojadas. Su marido, sin embargo, no lo dudó y salió a la calle.

El matrimonio formado por María Luz y Ángel, residentes desde hace cuatro años en la tercera planta, abandonó el edificio precipitadamente. 'Nuestra casa está dos plantas más arriba de la que se ha quemado, no se veía lo que ocurria pero la humareda que subía era espantosa', relataba María Luz. Al salir a la escalera y comprobar que también estaba inundada de humo, se cubrieron la cara con pañuelos mojados e intentaron salir fuera. 'Llamamos a los bomberos y avisamos a los vecinos tocando a los timbres de las casas. Logramos salir del portal porque un señor nos sacó tirando de nosotros, yo estaba totalmente desorientada y no acertaba a encontrar la puerta', añadía la mujer.

Al lugar se desplazaron dos dotaciones de bomberos del Ayuntamiento con dos coches autobomba y un autoescala. Los servicios sanitarios del Samur-092 alertados sólo pudieron certificar el fallecimiento de la mujer. El estado de Ana Peral tampoco les permitió determinar si la causa de la muerte se debió a una intoxicación por inhalación de humo o a las quemaduras, que cubrían un 98% de su cuerpo. Los bomberos tardaron unos 20 minutos en sofocar el incendio, echando agua desde el exterior y desde el portal.

Cuando accedieron al piso de Ana Peral la temperatura era muy alta, había una gran humareda y el fuego había devastado dos habitaciones, el salón y el dormitorio del piso, que tiene una superficie de unos 60 metros cuadrados. El jefe de guardia de los bomberos no quiso aventurar ninguna hipótesis sobre las causas del siniestro, y explicó que el origen de estos incendios es más sencillo de determinar en invierno, ya que en muchas ocasiones están provocados por braseros o estufas.

Los vecinos pudieron volver a sus casas tras la extinción de las llamas, y de inmediato comenzaron a abrir las ventanas para intentar liberarse del olor a quemado que impregnaba las paredes y los muebles. Los mayores daños los sufrió una tienda de ropa situada debajo de la vivienda quemada, que presentaba algunas goteras producidas al apagar el fuego.

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Sobre la firma

Esther Sánchez
Forma parte del equipo de Clima y Medio Ambiente y con anterioridad del suplemento Tierra. Está especializada en biodiversidad con especial preocupación por los conflictos que afectan a la naturaleza y al desarrollo sostenible. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense y ha ejercido gran parte de su carrera profesional en EL PAÍS.

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