_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Bicefalia

Ahora que por fin el Consell Valencià de Cultura había logrado despejar una duda tan crucial para la identidad de los valencianos como qué es la paella y qué el paellero, ha tenido que reaparecer la noticia de que la caja que llegó en 1952 al monasterio de Poblet con los restos del rey Jaime I contenía dos cráneos. Dos calaveras con dos orificios de flechas sarracenas para extender nuestra esquizofrenia más allá de los días de la Transición, en los que tuvimos dos banderas, dos lenguas y dos países que en realidad eran lo mismo duplicado por el ruido de los ideales. Alrededor de las mesas camillas de las tertulias siempre quedará un ortodoxo irreductible que interprete que hay algún despacho siniestro del Estado conspirando para que la incertidumbre que envuelve a nuestra identidad no pare de dar vueltas de tuerca sobre sí misma. Sin embargo, es probable que sólo se trate de una metáfora mineral sobre la bicefalia de nuestro país, que fue la gran chapuza de ese pelirrojo bifronte llamado Jaime I, y cuyo resultado reúne lo mejor y lo peor de las presiones mantenidas entre los catalanes y los aragoneses sobre el territorio. El historiador Percy Schramm consignó no pocos paralelismos entre el conflicto que vivieron aragoneses y catalanes en Valencia y el que protagonizaron flamencos y valones en la disputa de Bruselas. Para evitar la expansión de la nobleza aragonesa, que resultaba incómoda para todo tirano, Jaime I decidió dar al nuevo reino un fuero propio, restrictivo con el feudalismo e independiente de Aragón y Cataluña. Sin embargo la tierra fue repoblada con las semillas del mismo conflicto entre el feudalismo de interior y la burgesía litoral, quizá trasladando esa misma presión, absolutamente pervertida en el camino, hasta nuestros días. Los dos cráneos de Jaime I acaso constituyan un síntoma. Por no hacer sangre con los resultados de la encuesta Posmodernidad y autonomía. Los valores de los valencianos 2000, un trabajo de los profesores Antonio Ariño y Manuel García Ferrando, que, entre otros arroja el suspicaz dato de que el 40,7% de los valencianoparlantes votan al PP, mientras que sólo el 18,8% prefieren al PSPV y apenas un 4,2% se decanta por Esquerra Unida.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_