'La imaginación que necesita el adulto es infinita'
Héctor di Mauro es historia viva del teatro de títeres. Después de pasar algo más de 50 años recorriendo el mundo con muñecos en sus manos, este actor de guiñol, nacido en Argentina en 1928, ha escrito un libro, Medio siglo de profesión titiritero, en el que narra gran parte del recorrido histórico de este arte teatral. Di Mauro es un incansable organizador de festivales, talleres y cursos, elementos imprescindibles a su parecer para ejercer una función pedagógica con las nuevas generaciones. Su compañía, La Pareja, actúa estos días en el tercer Festival de Títeres de Granada.
Pregunta. ¿Qué significa ser y sentirse titiritero?
Respuesta. Se trata de un actor que se expresa con un muñeco en las manos. En los títeres hay un personaje, un instrumento dramático al que hay que obligar a que suene lo más coherentemente posible, con todos sus componentes, la dramaturgia o la elaboración de muñecos.
P. ¿Hay una lucha por reivindicar el prestigio de esta profesión?
R. No es una lucha exactamente, es una tarea que éticamente te propones. El teatro de títeres es una herramienta formativa de gran valor como todo hecho artístico. La conquista de la profesión se logra a través de la calidad de los espectáculos. Cualquier teatro de títeres que haga proyectos importantes nos prestigia a todos los titiriteros, al contrario de lo que ocurre cuando éstos son modestos o improvisados. El objetivo más importante que tenemos los veteranos es apoyar a los colegas jóvenes.
P. ¿En qué situación se encuentra el teatro de títeres español?
R. He visto trabajos muy buenos aquí y atraviesa un momento de desarrollo muy importante. Es cierto que hay una gran cantidad de festivales, pero creo que éstos deberían definir sus objetivos. Faltan foros y análisis. La gente joven necesita conferencias o cursos donde se estudien los espectáculos y se observe el crecimiento plástico y musical: cosas que no advierten a simple vista los principiantes.
P. Cada vez hay más teatro de títeres para adultos, ¿cuáles son los principales cambios?
R. Es un salto muy importante hacer este trabajo para adultos. A los niños no les importa cómo se manejen los muñecos porque se los cree a priori, mientras que las personas mayores tiene que creer que la marioneta está afligida no sólo por lo que dice, sino por su actitud corporal. También tiene que haber un problema adecuado, pues el teatro es el espejo del ser humano. No puedes decir pavadas con los títeres por muy bonitos que éstos sean.
P. ¿Qué aporta a los adultos este arte tan imaginativo?
R. Toda la imaginación que necesita el adulto es infinita. Estoy seguro de que hay niños más maduros que la gente mayor.
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