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El Athletic elige hoy nuevo presidente en un clima de depresión deportiva

Javier Uría y Fernando Lamikiz se disputan el voto de los socios con más nombres que programa

Las elecciones a la presidencia del Athletic de Bilbao congregarán en el Palacio de Ibaigane, la sede del club, a 174 periodistas, una cifra acorde con el historial de la entidad, pero dispar con su reciente trayectoria deportiva.

Desde que ganó sus dos últimos títulos de Liga, con Javier Clemente en el banquillo -en las temporadas 1982-83 y 1983-84-, el Athletic ha seguido una trayectoria errática. Seis participaciones en competiciones europeas -cinco en la Copa de la UEFA y una en la Liga de Campeones- se han turnado con clasificaciones anodidas o incluso peligrosas para su permanencia en la máxima categoría del fútbol español hasta llegar en la campaña 1995-96 a su peor clasificación en todo el siglo: el 15º puesto, de la mano de Stepanovic. Un récord negativo que bien pudiera superarse en la que ahora concluye de continuar en su lastimosa deriva.

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El Athletic que presidirá Uría o Lamikiz afronta un futuro complejo. Económicamente, tiene dificultades de crecimiento: no puede atender la lista de espera de socios porque San Mamés no da mas de sí, lo que reduce cada temporada la participación de los afiliados en los presupuestos del club. A cambio, la afectación de los gastos por los contratos de los futbolistas crece en sentido contrario, la mercadotecnia no ha dado los resultados esperados y el horizonte de la renegociación de los compromisos televisivos acecha al club.

Sin embargo, el debate más acerado de todo el proceso electoral es el deportivo. El Athletic no ha respondido a las expectativas en los últimos años, juega mal y ha generado entre los aficionados un clima de indiferencia o de depresión que ha tenido como respuesta inmediata la necesidad de poner todo patas arriba, salvo la filosofía.

Incluso este aspecto sagrado de la entidad ha tenido su debate en esta campaña. Un desliz de Uría al explicitar su intención de formar en Lezama a jugadores nacidos fuera de Euskadi -algo que ya se viene haciendo, en pequeñas dosis, durante los últimos años- motivó un debate más electoral que profundo. Uría reculó, pero el soniquete ha durado un mes. Algunas encuestas apuntan que un 17% de los socios no está dispuesto a mantener la filosofía del club a costa del descenso. Una cifra mínima, pero significativa, sin duda afectada por la mala marcha del equipo.

Uría protagonizó el primer error de una campaña más dura que arisca. Lamikiz le igualó enseguida. La ilegalidad de 1.374 avales para su candidatura, de los 7.878 presentados, afectaron a su credibilidad. La carrera por liderar esas primarias electorales le jugaron una mala pasada.

A partir de ahí el Athletic entró en la campaña de los nombres. Uría ha presentado un organigrama casi completo, con Heynckes como entrenador, Zubizarreta como director deportivo e Iribar como embajador del club, que ha arrastrado a su oponente, muy condicionado por las circunstancias.

Lamikiz presentó al desconocido Muslin, deprisa y corriendo y no se atreve a jugar explícitamente la baza electoral de Clemente, como manager general. El ex seleccionador nacional es un arma de doble filo: algunas encuestas atribuyen mayor aceptación a Heynckes que a Clemente. El influjo del rubio de Barakaldo ha decrecido en Bilbao y su rendimiento electoral ya no es un valor seguro.

Por debajo de los candidatos y los nombres, el debate sobre el Athletic apenas ha pasado de los epígrafes. El eterno debate sobre las canteras parece un circunloquio entre las posturas tradicionales -el estilo vasco, lo llama Clemente- y las nuevas programaciones: Francia, Holanda... Lezama vende como crítica, no como análisis.

Las elecciones se han cobrado algunas víctimas. La primera, Txetxu Rojo. La renuncia de José María Arrate como presidente le ha fulminado aun teniendo un año más de contrato. El director de Lezama, José María Amorrortu, es la segunda. Ambas son siempre esperadas en tiempos electorales. La tercera es el mago Edward Freeman, ex responsable de la mercadotecnia del Manchester United. Su paso por Bilbao no ha dejado beneficios. Nadie le quiere ya.

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