Expertos recomiendan formar a los inmigrantes en sus países

La formación en origen centró ayer gran parte del debate del congreso organizado por la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y la Consejería de Bienestar Social. El coordinador regional para el Mediterráneo de la (OIM), Luca Dall'Oglio, apostó por la formación laboral de los emigrantes en sus propios países de acuerdo con las necesidades que presentan los estados de destino. Para Dall'Oglio, 'donde se debe empezar el trabajo no es en el país receptor ni en el momento de llegada, sino antes de la salida del país'. El ponente italiano comentó que este principio es el que caracteriza un programa que mantienen los gobiernos de Italia y Túnez. La selección de trabajadores comienza en Túnez, donde reciben una formación compartida entre ambos países. La mayoría de ellos acuden finalmente a Italia, en función de las necesidades que existan, pero en el caso de que no puedan, habrán recibido una formación que les permitirá buscar trabajo en su país, como destacó Dall'Oglio.

El subdirector de estudios de la oficina de los tunecinos en el extranjero, Alí Jaouani, ofreció más detalles. Durante este año, 3.000 trabajadores han emigrado a Italia después de recibir formación profesional dirigida a cubrir las necesidades del país de destino. El representante tunecino, sin embargo, no quiso referirse a la integración de sus conciudadanos en términos estrictamente laborales, y amplió el concepto al ámbito cultural, o legal. Entre los programas que ofrecen a los trabajadores en el país se encuentran sesiones destinadas a que se familiaricen con el idioma, el sistema legal o la cultura del lugar de destino, de forma que sean plenamente conscientes de sus derechos y obligaciones una vez salen de su país.

A todo ello se suma un programa de seguimiento de todos los ciudadanos a través de la oficina que dirige, que tiene sedes en los principales lugares de acogida de tunecinos (fundamentalmente Italia, Francia o Alemania) donde se llevan a cabo programas culturales o de enseñanza de árabe a las segundas generaciones de forma que se mantenga la puerta abierta a una posible vuelta al país del que partieron sus padres.

El congreso, que hoy clausura el delegado del Gobierno para la Extranjería, Enrique Fernández-Miranda, fue inaugurado por la directora general adjunta de la Organización Internacional para las Migraciones, Ndioro Ndiaye, quien afirmó que el plan de integración para inmigrantes de la Generalitat es una 'iniciativa piloto muy alentadora que permite la integración del inmigrante y que su presencia se contemple como un factor positivo'.

Otro de los ponentes, Miguel Moltó, director de la representación española de la Comisión Europea, abordó las principales tendencias de la unión sobre la migración. Reconoció el fracaso que ha supuesto la política de Inmigración cero, que durante los últimos 25 años ha pretendido sellar las fronteras de la Unión y pidió políticas 'más abiertas y transparentes', además de la aplicación de fórmulas de integración 'más flexibles', que se muestran más necesarias si se tiene en cuenta el ritmo descendente de la población europea. Un informe del Centro Europeo de Observación de la Política Familiar advierte de que Europa perderá el 20% de su población en 50 años y el 50% dentro de un siglo si la tasa de natalidad no progresa y la inmigración no aumenta. El estudio está basado en la tasa media de la natalidad europea que es de 1,45 niños por mujer. Peor lo tienen Italia y España, que, a la cola de los 15, cuentan con una media de 1,2 niños, lejos de los 2,1 niños que asegura la reposición generacional.