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FERIA DE SAN ISIDRO

'En tardes así, es como si chocaras contra un muro', dice Paulita

En el tendido del 2, casi todos los días hay un mareo. En cuanto el sopor empieza a extenderse por los tendidos como una nube de gas mostaza... Sin mediar palabra, ¡pum!... a alguien que le da el vahído. No se trata de un soponcio cualquiera. Es un desvanecimiento con conocimiento de causa y docto en las artes de la tauromaquia. Que los toros se tambalean, que los coletudos se ponen cargantes, que aquél no carga la suerte, que la calorina aprieta sin que el ruedo dé el menor síntoma de frescura de ideas... el desplome que se hace presente. El público que rodea al mareado ya lo sabe y en la distancia especula con la posibilidad de que se trate de un espíritu juguetón, y muy ducho en la ciencia de Cúchares, que un día se encarna en un abonado y otro, en un espectador ocasional. El caso es que, listo él, cunde el aburrimiento y se oye una voz: '¡Portero! que aquí hay un señor que no se tiene el pie'. Es el vahído.

'En tardes así es como si chocaras contra un muro', dice Paulita. 'Es muy duro torear como tú sientes el toreo y que nada de lo que haces tenga el más mínimo eco en los tendidos', le secunda Abraham Barragán. 'Lo que nadie me puede discutir es la más absoluta entrega con la que he planteado esta corrida', concluye Gregorio Alcañiz. Los tres debutaban en San Isidro y no hubo manera. Un aficionado, incluso antes de escuchar a los novilleros, adelantó la razón de tanto pesar: 'Esto es para marearse'. No quedó claro si se refería al calor o a qué. Pero, lo que son las cosas, lo dijo y... '¡Porteroooo!'.

Más genio que raza

'El problema es que los toros tenían más genio que raza', otra vez es Paulita el que da la pauta. Alcañiz, que había cortado dos orejas a esta ganadería con anterioridad, se muestra igual de defraudado: 'En otras ocasiones han salido más enrazaitos, transmitían más'. Barragán, que venía de cortar una oreja en Sevilla, tampoco quiere romper la pauta y se inclina de parte del más absoluto desaliento: 'Eran complicados. He hecho todo lo que he podido, pero veía que, por más que me esfrozaba, nada prendía en los tendidos'.Y sobre el público y su forma de atender el normal desarrollo de la lidia, todo sorpresas. Alcañiz, que toreaba por quinta vez consecutiva en Madrid, es el primero en notar la diferencia de comportamiento: 'La verdad es que el público ha estado más durillo que otras veces, pero es normal. Al fin y al cabo, ésta es la primera plaza del mundo'.

'Nunca había conocido un público tan exigente', corrobora Barragán. 'Es prácticamente imposible remontar una tarde en la que la gente sólo está pendiente de los fallos', concluye el tercero.

Los tres llegaron con toda la ilusión y, al final, los tres a una: 'Decepcionados'. Ya lo anunció el espíritu. En cuanto las cosas se pusieron del revés... una voz que dijo: '¡Que me da!'. Y le dio.

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