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Columna
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Hipótesis

Las elecciones vascas sólo han servido para demostrar que casi todo sigue igual en Euskadi, y en el casi pongamos que se han radicalizado aún más las posiciones bipolarizadas y que el ménage à trois lo completa más que nunca ETA; unos dicen que porque ha ganado el PNV, y otros decimos que, gane quien gane, ETA tiene su propia lógica, muerto a muerto, y así hasta que la independencia o el caos nos separen. Frente a esta evidencia se pueden hacer tres familias de cosas: o continuar en la situación actual de búsqueda de una formal unidad de fondo entre demócratas y de un nuevo vocabulario para pésames; o pasar a un estado de excepción con guerra sucia incluida que tal vez frene momentáneamente las acciones terroristas, pero que radicalizaría un problema otra vez emplazado de aquí a la eternidad; o hablar con claridad sobre límites de dependencia o de independencia y que esa claridad la comparta la ciudadanía y tenga, naturalmente, luz y taquígrafos, más allá de las penumbras conversacionales, con obispos no incluidos. Cuantos menos obispos, mejor.

Es muy grave el error de percepción estratégica del partido en el Gobierno a pesar de disponer de efectivos consultivos y mediáticos de Tierra, Mar y Aire, y equivocarse tanto como cuando Yeltsin no recibe a Aznar, o Putin sí lo recibe. Aquí hay un problema de prepotencia subjetiva de alguien o de algunos, hipótesis de partida para convertir el fracaso del llamado constitucionalismo en una alternativa real a la barbarie. Ningún Estado puede rendirse ante el terrorismo sin crear la sensación colectiva de que no aglutina nada, pero tampoco puede permanecer en una doble verdad de la que sólo saldríamos constitucionalmente replanteando los límites desintegradores de la Constitución. A no ser que a alguien se le ocurra vernos un día de éstos y tomarnos unas copas.

La presión social contra la violencia es indispensable y no merece ser manipulada. Sólo el real aislamiento social inutilizaría las armas, pero sólo se puede llegar a él si la conciencia social española asume qué quiere decir soberanismo, aunque Ibarretxe no insista de momento en ello. Un día u otro la palabra volverá. Sinónimo o no de independencia.

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