Baile de corrales
Como en el día anterior, la llegada de los considerados figuras del toreo provocó el baile de corrales y, como consecuencia de ello, que la ganadería titular anunciada tuviera que remendarse con astados de otro hierro para completar la corrida de toros. Aunque en honor a la verdad habría que hablar de novillada, pues lo que saltó ayer al coso de Los Califas fueron novillos, unos más chicos que otros, pero novillos, así den el peso reglamentario como para lidiarse como corrida de toros. De la ganadería de Juan Pedro Domecq rechazaron tres los veterinarios por falta de trapío -¿cómo serían?- y se completó el festejo con dos de Parladé, impresentables para una plaza de primera. Y ni una protesta del público contra la presentación de los animales. La única que se oyó, y con forma de bronca gorda casi generalizada, fue dirigida al presidente por negarse a devolver al corral a un manso de Domecq, que la única dificultad que presentó fue esta mansedumbre en los dos primeros tercios. No podía entender el público cómo el usía podía mantener a este tercero de la tarde por mansear. A lo mejor fue que no les gustó la capa del toro, un jabonero sucio que en la muleta rompió a embestir con una calidad extraordinaria. Y si los inquilinos de los tendidos que antes protestaron no llegan a estar ocupados con los pañuelos pidiendo la oreja a El Juli habrían terminado, casi seguro, aplaudiendo al novillote en el arrastre.
Domecq / Joselito, Tomás, Juli
Cuatro toros de Juan Pedro Domecq (tres rechazados en el reconocimiento) anovillados, nobles; 3º, manso; y dos de Parladé, 1º y 2º, anovillados, chicos y nobles. Joselito: ovación y saludos en los dos. José Tomás: ovación y saludos; oreja. Julián López, El Juli: petición, ovación y saludos; dos orejas. Salió a hombros por la puerta grande. Plaza de Los Califas. 25 de mayo. Quinta de abono de feria. Lleno.
Con este animal, El Juli bajó la mano, pero los pases no fueron muy ajustados. De la bronca al presidente el público pasó a la euforia cuando el torrero se inspiró con la izquierda, coincidiendo ya con la pérdida de fuelle del animal. En el que cerró plaza, El Juli formó un alboroto en los tendidos. Toreó largo y templado y con tiento mantuvo el pulso de la faena ante un animal que perdía gas. La faena fue encimista y un arrimón provocó el delirio entre el público, que pidió con fuerza las dos orejas.
Joselito puso de manifiesto que está sin sitio. En los dos de su lote estuvo aburridísimo. Pases y pases, innumerables pases, y ni uno bueno. Tal vez se salve un derechazo en el primero. Llegó a cansar al público, que le protestó su primera faena y la pesadez con la que se empleó en el cuarto.
José Tomás no se encontró a gusto con el segundo de la tarde, al que instrumentó algunos derechazos templados. Con la izquierda, a la res le costaba tragarse los muletazos y mostró evidentes indicios de rajarse. Con el quinto, un animal soso, sólo destacaron la última tanda de manoletinas. Mató de una estocada baja y pilló una oreja.
Babelia
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