_
_
_
_
_

El proceso de desmantelamiento de la nuclear Vandellòs I llega a su fase final

La central sufrió el accidente más grave de una planta atómica española

Una de las obras principales, el revestimiento de chapa que protegerá al cajón del reactor de las inclemencias del tiempo, finalizará el próximo mes, aunque no será visible hasta el verano del próximo año, cuando el edificio que contiene el reactor sea totalmente demolido. Según José Ramón Armada, director del área de desmantelamiento de Enresa, el presupuesto de 14.800 millones de pesetas previsto no ha sufrido alteraciones, así como tampoco el nivel de cumplimiento del programa de clausura de la central (el 20% por año).

Armada resaltó ayer el proceso de reutilización y reciclaje del material llevado a cabo por Enresa, que ha gestionado 296.000 toneladas, de las que sólo 2.000 están contaminadas y que han sido enviadas al cementerio nuclear de El Cabril (Córdoba). El 95% de los materiales producto del desmantelamiento encuentra una utilidad en este proceso de desguace. Así, los huecos generados por el desmontaje de equipos se rellenan con hormigones procedentes de la demolición de equipos y después son compactados para dejar el emplazamiento con las condiciones que requieren los suelos industriales. De momento, la salida de materiales convencionales de la central no ha sido autorizada por el Consejo de Seguridad Nuclear, máxima autoridad en materia atómica en España, que ya ha recibido el plan para su desclasificación (verificación de que no están contaminados).

Enresa prevé que a finales de año, con el 80% del plan del desmantelamiento alcanzado, los edificios de combustible y auxiliares eléctricos estén preparados para su demolición. Asimismo, a final de año presentará el estudio de seguridad para el periodo de latencia del reactor, en el que se recogerán los diseños de sistemas y salvaguardias para evitar accidentes durante este período.

Enresa todavía no ha dado a conocer el número de personal necesario para la custodia del cajón del reactor. Uno de los trabajos más avanzados es el de la cubierta de chapa galvanizada que protegerá al reactor de las inclemencias meteorológicas. El cajón del reactor tiene cuatro metros de grosor. La cubierta, de 57 metros de altura y 300 toneladas de peso, está pintada en colores azules y verdes para evitar su impacto visual durante el periodo de latencia y está preparada para afrontar vientos de hasta 204 kilómetros por hora.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_