Vaya par de instrumentistas
Son el dúo cómico de la música tradicional escocesa: Phil Cunningham, de Edimburgo, risueño y parlanchín; Aly Bain, de las islas Shetland, rostro circunspecto y hablar comedido. Y, sobre todo, son un par de instrumentistas extraordinarios. Dos virtuosos. Parece improbable que se pueda tocar un violín y un acordeón a mayor velocidad y con tanto sentido musical. Una destreza que ellos combinan con una actitud campechana.
Cunningham recurrió a un escaso castellano que, por lo que él sugiere, debe de haber aprendido en las etiquetas de botellas de vino español. Repitió lo de 'my name is not Carlos', bromeó a su propia costa con la fama de tacaños de los compatriotas de Sean Connery, y hasta solicitó permiso para contar el chiste verde de una pareja que pretende convertirse al catolicismo. La base de la música de Bain y Cunningham está en Escocia, aunque no faltan obras irlandesas. Tocaron un vals de Estonia y uno de Luisiana -aprendido por Bain durante una de sus muchas giras por América del Norte-, un tema noruego y otro sueco, que venía a ser prácticamente lo mismo.
Phil Cunningham y Aly Bain
Phil Cunningham (acordeón) y Aly Bain (violín). Colegio Mayor Universitario San Juan Evangelista. Madrid, 20 de mayo.
Tienen la maravillosa complicidad de los que han compartido mil y una sesiones. El poso profundo de quienes han dedicado su vida a la música gaélica. Ambos se conjuraron firmemente para el renacer de la música tradicional escocesa: Cunningham en grupos seminales como Silly Wizard o Relativity, y dejando su firma como productor y músico de sesión en grabaciones de algunos de los grandes artistas de Escocia o en bandas sonoras como El último mohicano; Bain prestando su violín y su espíritu durante lustros a Boys of the Lough, además de actuar como divulgador en documentales de televisión.
En el San Juan Evangelista, Phil Cunningham y Aly Bain dejaron, una vez más, ese agradable sabor de los músicos auténticos. Aquellos que no sabrían vivir sin tocar.