EL POLIFACÉTICO JORGE PERUGORRÍA
Al actor cubano Jorge Perugorría no le basta que no le falte el trabajo después del éxito de Fresa y chocolate, la gran película de Tomás Gutiérrez Alea y Juan Carlos Tabío en la que él representa a un memorable homosexual, Diego, en los tiempos infaustos de la intolerancia. Desde aquel papel antológico, realizado en 1993, a Perogurría le han llovido las ofertas: 23 filmes ha hecho desde aquel año, la mayoría fuera de Cuba, pero, a pesar del exceso, el actor ha sacado tiempo para escribir y dedicarse también a las artes plásticas. Perugorría, Pichi para sus amigos, presentó el fin de semana pasado su primera exposición personal, titulada Si me pides el pescao te lo doy, dicho cubano de doble sentido que en esta ocasión no va por donde se podría creer. La muestra, expuesta en la sede de la Sociedad General de Autores y Editores, en la Lonja de Comercio de La Habana, esta compuesta por once acrílicos y litografías en las que Pichi juega con la imagen del pescado, del pez fuera del agua. Pero sus seres no son figuras silenciosas, atrapadas fuera de su medio, a las que no les queda más remedio que callar. Algunas de sus creaciones son monstruosas y 'gritan, vociferan lágrimas, obsesiones, preocupaciones, desilusiones...', según cuenta Wendy Navarro en el catálogo -que, por cierto, es una multa de tráfico-. A la presentación acudió La Habana más in, incluido el cantautor español Luis Eduardo Aute, que el sábado ofreció un concierto de lujo en el Teatro Nacional. Perugorría está que se sale: acaba de terminar la ópera prima del escritor chileno Luis Sepulveda, Nowhere, en la que comparte escena con Harvey Keitel, Fernando Guillén Cuervo y Ángela Molina, y ahora se marcha a Brasil a iniciar un nuevo proyecto cinematográfico.
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