La atención flotante
Zoom
De Lapsus Dansa. Intérpretes, Dominick Borucki, Félix Santana, Gemma Díaz, Verónica Cendoya. Iluminación, María Güell. Vestuario, Lapsus Dansa. Escenografía, Jordà Ferré. Música, Joan Saura. Dirección, Alexis Eupierre. Dansa València. Teatro Talia. Valencia.
La jornada de fin de semana de Dansa València arrancó con un repertorio de piezas cortas que incluía coreografías de El Bailadero (Disparate nº 3: río), Silvia Sant Funk (Descontrolada) y Carmelo Salazar (Empieza Jabato), y alcanzó su cenit con el estreno de Ruah, última creación de la Compañía Vicente Sáez, entregada a la pregunta sobre lo real y lo onírico a partir de una coreografía que se sigue en vivo y en grabación videográfica, un diálogo mediático que interpreta Lorenza di Calogero. En la víspera de la clausura de un festival que concluye hoy, se presentó Sol Picó con Bésame el cactus, creación a partir de diversas experiencias de una mujer sola, así como el Ballet de Zaragoza con una versión de La Cenicienta, y el estreno de Toda una vida, último espectáculo de Ananda Dansa, en esta ocasión a propósito de la educación de la mujer bajo el franquismo, que se programa el último día del festival y que estará en cartel en el Rialto hasta el próximo 10 de junio.
En cuanto a Zoom, de los catalanes Lapsus Dansa, se adapta perfectamente a las características de esa programación intermedia que ha venido acogiendo el Talía a lo largo del festival, y, lo mismo que tantas otras que hemos visto estos días, permite al espectador esa especie de atención flotante que Freud tenía por la mejor actitud para los oídos del analista. Quiero decir que se trata de trabajos ante los que no es preciso agotarse mediante una concentración excesiva, lo que en este caso basta para percibir que estamos ante una creación un tanto desorientada que trata de integrar elementos videográficos y arquitectónicos a las peculiaridades del movimiento -o a su sentimiento- del cuerpo. Esta coreografía arranca muy bien, con una fragmentación integrada del cuerpo y de su reflejo, para ir perdiéndose por otros derroteros hasta alcanzar un final que regresa sin más a la idea de arquitectura en movimiento, mediante el desplazamiento de un artefacto metálico que ofrece al cabo poco más que el simple cobijo de una idea que daba para bastante más que esa especie de tiovivo. No es un problema exclusivo de Lapsus Dansa, ya que cada vez resulta más problemática la atribución de significado a la llamada danza de creación. Algo querrán decir, cuando además tantas veces apelan a la palabra para subrayar lo inefable de su arte. Energía, sentimientos, técnica aceptable, movimiento de los cuerpos, ideas a montones y bastante desorientación. ¿Será sólo porque los ejecutantes acostumbran a ser jóvenes? Esto pasará, como todo.
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