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FERIA DE SAN ISIDRO

Ortega Cano y Javier Castaño se quejan del poco juego de los toros

La tarde vestía con el ceremonial de las citas de importancia. Javier Castaño se estrenaba como matador en Madrid (que confirmaba la alternativa, vamos) y Ortega Cano se citaba con el que, al fin y cabo, es su público tras un par de temporadas ausente. Pero no. Pese a tanta pompa taurómaca, pronto la cosa (pues eso era)quedó desgarrada entre un cúmulo de bostezos. 'Éstos dan un beso a un besugo y lo hacen escabeche', comentaba una aficionada de la más alta alcurnia taurina. La frase explotó como una bomba entre el tendido bajo del 2. No quedaba claro a qué se refería el enigma. Pero ahí quedó: todo él bien dispuesto para afilar el cacumen del respetable.

'Yo estoy tranquilo', comienza Ortega. 'Si los toros no dan ninguna opción... milagros no se pueden hacer', continúa. Javier Castaño toma la palabra: 'Con unos toros completamente parados, ¿qué se puede hacer?'. La pregunta queda en el aire. Y a buen seguro que acabó en la laringe de algún aficionado bostezante, que, ya se ha dicho, proliferaron como hongos en día de lluvia.

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Un tupido velo

¿Única solución a tanto pesar? 'La entrega', responde Ortega, y sigue: 'He asumido con la responsabilidad que merece lo que significa Madrid'. Las ganas de las que habla el de Cartagena le hicieron acabar suspendido en el aire, rodando por la arena y finalmente con su inamcula taleguilla agujereada. 'Ha sido un varetazo en la ingle. Gracias a Dios no ha sido nada. Yo he hecho lo único que podía y debía con unos toros así'.

El arrimón

La respuesta de Castaño a la misma pregunta no anda a la zaga: 'Los toros no embestían y tenías que hacer lo imposible para que aquello se mantuviera. Tenía, cuanto menos, que justificarme'. El diestro habla de su empeño en atacar la mortecina tarde a golpe de arrimón. 'Pero, claro, desde el tendido no se le daba ninguna importancia'.

¿Qué es lo que más chocante de la nueva condición de matador? El que el año pasado fuera novillero triunfante (salió por la puerta grande) se toma su tiempo para responder: 'Son tantas cosas las que cambian'. Se detiene, retoma el hilo y vuelve a la carga: 'Hay que tener en cuenta que he venido a Madrid con tan sólo cinco corridas. Era toda una responsabilidad'.

Y entre la responsabilidad de uno y de otro, la tarde que se perdía. La aficionada de antes continuaba en su empeño de no dejar que todo se perdiera en aburrimientos, bostezos, recuerdos manidos de mejores tiempos y miradas al cielo (que se fue cubriendo de sólo sol a sol largo de café): 'Hoy es San Pascual Bailón. Un día de gala en Villarreal. Murió en Castellón. El santo nació en 1592'. La gente de alrededor, aún no respuesta del enigma del besugo y el escabeche, atendía con seriedad. Muchos tenían claro que lo que acababan de oír podría ser lo único interesante de la tarde.

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