Un país inexistente
Diversos expertos analizan los desplazamientos de población en Colombia, Suráfrica y Afganistán
En este instante, alguien en algún rincón del mundo está empaquetando a prisa y con angustia algunas pertenencias. En unos minutos, abandonará su hogar amenazado por la violencia, perseguido por sus ideas, su religión, su etnia... o para huir de la pobreza. Son millones y millones de personas en movimiento. Si todos se reunieran en un único lugar formarían un país multiétnico y plurilingüe más poblado que muchos países con himno y bandera. Son mujeres y hombres, ancianos, niños y adultos unidos por una traúmatica experiencia. Tuvieron que dejar atrás sus hogares y buena parte de sus vidas obligados por las circunstancias.
Ni siquiera comparten una denominación. Son refugiados, desplazados y migrantes económicos. Hoy mismo, desde que usted se levante hasta que se acueste, 345 colombianos, 65 familias, dejarán su casa con la esperanza de escapar de las consecuencias más crueles del conflicto político armado que carcome al país suramericano hace décadas. El colombiano Nelson Javier Restrepo analizó ayer con muchos datos y algunos ejemplos el drama de los colombianos que abandonan sus hogares para irse, casi todos, a otras zonas del país y dejar atrás la amenazada de los escuadrones paramilitares y de los 39 grupos insurgentes.
345 colombianos abandonan cada día sus casas para huir de paramilitares e insurgentes
Ellos fueron algunos de los protagonistas, ausentes, de unas jornadas en las que diversos expertos analizaron las situaciones de los desplazados y las consecuencias humanitarias de estas huidas. Convocados por la Unidad de Estudios Humanitarios, se reúnen en la Universidad de Deusto hasta hoy.
Hablaron de Colombia porque en los últimos seis años, casi dos millones de sus 42 millones de habitantes han tenido que abandonar sus casas. Son lo que técnicamente se denomina desplazados internos. El 25% de las expulsiones se producen en la región de Antioquia. La tasa de asesinatos en el país es de 78,4 por cada 100.000 habitantes (aunque en las zonas más violentas es más del triple) mientras en España son 0,18 asesinatos por 100.000 habitantes.
Afganistán fue el país elegido para ejemplificar la situación de los refugiados que se ven obligados a solicitar asilo en otro país ante la persecución política a la que son sometidos. Las estimaciones indican que un tercio de los 22 millones de afganos son refugiados. En Pakistán e Irán viven 4,5 millones, instalados a menudo en campamentos precarios. Además, otros siete millones de afganos vagan dentro de las fronteras de este país asiático sometido ahora al régimen radical islámico de los talibán. La investigadora Shon Campbell criticó que la comunidad internacional se limite a ofrecerles ayuda humanitaria y sólo tenga proyectos a corto plazo. Explicó además que los refugiados que viven en Pakistán e Irán tienen frecuentemente una cobertura educativa y sanitaria de la que nunca han gozado en su país. Precisó que esas niñas constituyen la primera generación de afganas educadas.
También hablaron los analistas de la República Surafricana (40 millones de habitantes), donde se estima que viven cuatro millones de inmigrantes indocumentados llegados sobre todo de Mozambique, Zimbabue y Lesotho con la esperanza de dejar atrás la pobreza trabajando en las granjas y minas surafricanas para regresar un día a sus países, según explicó Bronwen Manby investigadora de Human Rights Watch . Al mismo tiempo, se está produciendo un éxodo de profesionales blancos. Manby expresó la preocupación existente ante el incremento de la xenofobia y la intención de restringir la progresista ley de inmigración surafricana.
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