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Jugar, no mirar

"Cada año me dicen que soy uno de los mejores baloncestistas de Europa, el joven con más proyección. No puedo evolucionar si no juego en Estados Unidos. Ser el mejor, esto es lo que quiero". Así empieza la historia del turco Hidayet Turkoglu en la NBA: ideas claras, palabras contundentes. Jugar, no mirar desde el banquillo: ése era su reto. Fernando Martín, Glouchkov o Schrempf fueron pioneros en tierra desconocida y alguno, sí, se limitó a mirar. Pero, al menos, abrieron el camino a Kukoc, Nowitzky o Stojakovic, que ya triunfan. Quizá el próximo sea Pau Gasol.

Aún no había sido elegido en el (*CF13*)draft(*CF*) y Turkoglu ya se exigía triunfar y ser el mejor en la Liga de los mejores. Intenciones muy parecidas expone el tímido alero barcelonista: "Quiero jugar. No me gustaría ver la mayoría de los partidos desde el banquillo". Sus historias son similares. Turkoglu destacó en el Efes Pilsen y llamó la atención de los ojeadores norteamericanos, ansiosos de encontrar alguna pepita de oro en las minas del Viejo Continente. El San Antonio, el Filadelfia, el Orlando y el Sacramento siguieron al talentoso turco, de 21 años.

[QQ] Dave Twardzik, del Sacramento, convenció con su informe al técnico, Rick Adelman: "Alero de 2,03 metros, muy versátil, buen manejador del balón, hace jugar a sus compañeros, rebotea y dirige el contraataque. Buen jugador a ambos lados de la cancha. Distinto al resto de los europeos que han llegado a la Liga, ya que es muy fuerte físicamente". Por todas esta razones el Sacramento eligio a Turkoglu con el número 16 del (*CF13*)draft(*CF*) de 2000. En agosto pasado, su vicepresidente se fue a Estambul y le contrató: algo más de cuatro millones de dólares (760 millones de pesetas al cambio actual) por cuatro temporadas. La televisión turca retransmitió el acto protocolario por el que Turkoglu se convirtió en el primer conciudadano en la NBA.

[QQ] Al empezar la campaña, Turkoglu cumplió su primer objetivo: un buen papel en la rotación de Adelman, 17 minutos por partido y cinco puntos y tres rebotes de media. Ni siquiera una dislocación de un hombro le detuvo. Los médicos le aconsejaron dos semanas de reposo. Turkoglu se negó: "He venido a jugar. Siempre he jugado duro. No siento dolor durante el partido. ¿Por qué tengo que parar?".

Turkoglu, que apenas sabía inglés, debió adaptarse a un país de costumbres distintas al suyo. En principio, iba a vivir solo, pero los directivos consideraron que se integraría mejor dentro de una familia. Así, Sotiris Kolokotrinis, abogado del club, le acogió en su casa. Es como un hijo adoptivo que se pasa la mayor parte del tiempo viendo dibujos animados para mejorar su conocimiento del idioma. Eso sí, los Kolokotrinis ya han tenido que regañarle alguna vez, así como a su compañero Stojakovic, por organizar fiestas con mujeres.

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