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ANDREA RICCARDI | FUNDADOR DE LA COMUNIDAD DE SAN EGIDIO

'La solidaridad corre el riesgo de convertirse en profesión'

Dice que de sus amigos de Mozambique aprendió la siguiente máxima: 'Por más pobre que uno sea, siempre queda alguien más pobre al que ayudar'. Andrea Riccardi (Roma, 1950), fundador de la comunidad italiana de San Egidio, dedicada a a la ayuda a los más necesitados, recibe esta tarde en la Generalitat el Premio Internacional Catalunya, dotado con 80.000 euros (14,6 millones de pesetas).

Riccardi fundó San Egidio, al que hoy pertenecen 40.000 personas que trabajan en cerca de 60 países, en 1968, cuando contaba 18 años. 'Eran tiempos de gran efervescencia en los medios estudiantiles, de necesidad de cambiar el mundo, bajo el impulso además, en nuestra calidad de creyentes, del Concilio Vaticano II, clausurado en 1965. La solidaridad nació de la propia experiencia, del gusto por ir al encuentro de realidades diferentes. Fue así como un grupo de estudiantes nos pusimos a ayudar a niños y ancianos de las afueras de Roma'.

El local en el que concentraron sus actividades fue un viejo convento de carmelitas en el popular barrio de Trastevere, un edificio abandonado que pertenecía al Estado y que Riccardi y su gente simplemente ocuparon. La inspiración del Evangelio, una decidida voluntad de diálogo y el deseo de llevar ayuda allí donde se necesita fueron los acicates de este grupo de laicos desde el primer día. 'Andando el tiempo, de la periferia romana pasamos a la perferia europea en la década de los ochenta [Hungría, Checoslovaquia, Albania, más recientemente Kosovo...], y de allí, en los noventa, a la periferia africana'. San Egidio lleva actualmente a cabo un programa contra el sida en Mozambique y está presente, entre otros países, en Burundi, Sudán y Guinea-Bissau, donde mantiene un hospital. Pero los orígenes romanos subsisten: en Via Dandolo, en la capital italiana, sigue abierto un comedor que sirve cada día unas 1.000 'sopas populares'.

Preguntado sobre cómo ha visto evolucionar la solidaridad en todos estos años de actividad, Riccardi manifiesta: 'Cuando empezamos, la crítica que nos hacía la izquierda era que nuestra práctica solidaria retrasaba la llegada de la revolución, mientras que la derecha nos acusaba de no ser suficientemente asistencialistas. El Estado de bienestar quiso hacer creer que la solidaridad era algo superfluo, pues los gobiernos iban a ser suficientes para satisfacer las necesidades de la gente. Pero hoy existe otro riesgo: que la solidaridad se transforme en profesión, que se convierta en un negocio. Para nosotros el trabajo voluntario de dedicación a los demás es imprescindible. No me considero buenista, sino simplemente realista'.

Una de las tareas de San Egidio que más reconocimiento público han tenido ha sido la mediación internacional en conflictos, actividad que le valido el título oficioso de 'la ONU de Trastevere'. Esa vocación vio la luz en África. Corría el año 1992, en Mozambique, la guerra entre el Frelimo, el partido en el poder, y la guerrilla del Renamo había dejado un rastro siniestro de un millón de cadáveres. Las negociaciones entre las dos partes para acabar la matanza tuvieron lugar en la sede romana de la organización. Al final, estalló la paz.

Andrea Riccardi, ayer junto a la iglesia de Sant Felip Neri.
Andrea Riccardi, ayer junto a la iglesia de Sant Felip Neri.MARCEL.LÍ SÁENZ

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