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Reportaje:

Espetos a la subsahariana

Quince inmigrantes concluyen en Málaga un curso para trabajar como ayudantes de cocina en chiringuitos de playa

Chringuito de una playa malagueña. Mediodía. El olor a espetos -pescado asado ensartado en cañas- abre el apetito. Un espetero revela el secreto para sacar unas sardinas en su punto: se salan, se pinchan de manera que la espina quede hacia arriba y la caña por debajo, se ponen al fuego del lado de la espina y se vigilan para que no se quemen y queden bien jugosas.

La explicación tiene mérito porque el asador de sardinas es un nigeriano que nunca había entrado en la cocina. Ahora Livinus Onyechfule no sólo saca unos espetos riquísimos, sino que prepara paella, gazpacho, fideuá, boquerones fritos y todas las comidas típicas de los chiringuitos. Livinus es uno de los 15 inmigrantes que ha concluido el primer curso de espetero organizado por la Asociación de Empresarios de Playas de Málaga, en colaboración con la Junta de Andalucía.

La idea nació como respuesta a la queja de muchos propietarios de chiringuitos sobre la dificultad para encontrar a un trabajador que ase sardinas. 'Es una tradición que se está perdiendo porque nadie quiere estar a las tres de la tarde, en pleno julio junto a la candela', reconocía un portavoz de Forma3, la empresa que ha impartido los cursos.

No sólo eso. El auge de la construcción hace que muchos desempleados se decanten por este sector que da trabajo todo el año, a diferencia de los chiringuitos, que sólo generan empleo durante los meses de verano.

Salvador Serrano, propietario de un establecimiento a pie de playa en Fuengirola, certificaba la dificultad para eoncontrar mano de obra: 'Llevo buscando un espetero no se cuánto tiempo. Los españoles no quieren asar sardinas. Quema mucho las manos. Mire como las tengo yo. O las aso yo o las tengo que quitar. Pero ¿qué es un chiringuito sin sardinas?'.

Ayer, Serrano se acercó a la clausura del curso para tratar de encontrar a dos espeteros. El chiringuito María de la playa de La Misericordia -donde tuvo lugar el acto- se convirtió en una improvisada bolsa de contratación. Norberto del Castillo, presidente de la asociación empresarial daba por hecho que casi todos los inmigrantes encontrarán salida laboral. En toda la costa hay unos 500 chiringuitos y casi todos se las ven y se las desean para encontrar espeteros.

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Michael Owusu, de Ghana, será de los primeros en firmar el contrato. Lo hará hoy. 'Me gusta esto y además tengo que trabajar', cuenta. Michael llegó hace más de un año y medio a España tras un periplo que duró varias semanas. Estaba trabajando como obrero de la construcción, pero quería encontrar otro empleo. Un amigo le comentó que se iban a impartir cursos para aprender a hacer espetos, una especialidad gastronómica malagueña que él no sabía ni en qué consistía. 'Vamos, le dije', explicó ayer muy resuelto tras confesar que su sueño sería hacer nuevos cursos para saber mucho más y abrir un restaurante en su país.

La Junta ha aportado los dos millones de pesetas necesarios para el curso y colaborará con los otros seis que tiene previsto impartir la Ásociación de Empresarios de Playas. El único requisito que se exige a los inmigrantes es que estén legalmente en España. Los desempleados españoles no están excluidos, pero según Del Castillo, para el primer curso no se apuntó ni uno. Un espeto cuesta alrededor de 500 pesetas y, según los empresarios, el sueldo de quien los asa ronda las 150.000.

Obviamente, en el acto de clausura no faltaron las sardinas, asadas por los primeros espeteros subsaharianos de Málaga. Estaban nerviosos, pero superaron cómodamente la prueba.

Un grupo de inmigrantes prepara espetos de sardinas en una playa de Málaga.
Un grupo de inmigrantes prepara espetos de sardinas en una playa de Málaga.JULIÁN ROJAS

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