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Sortear el temporal

Cuando se revisan las observaciones realizadas por los ornitólogos, y entre otras anotaciones llamativas, se puede comprobar cómo, en el caso de las cigüeñas y según los días, hay importantes variaciones en el número de individuos que cruzan el estrecho. El pasado verano los voluntarios del COCN anotaron la llegada a África de más de 8.000 cigüeñas en la jornada del 2 de agosto, casi 5.000 al día siguiente y 3.900 el 4 de agosto. El volumen de aves cayó bruscamente 24 horas después, ya que apenas se registró la presencia de 75 individuos, y el flujo migratorio se detuvo completamente durante las tres jornadas siguientes.

El fuerte temporal de levante que se registró entre el 5 y el 9 de agosto explica este fenómeno ya que, cuando los vientos son muy fuertes (por encima de los 25 metros por segundo), las aves no se deciden a cruzar y permanecen en la orilla española a la espera de mejores condiciones meteorológicas. En el momento en el que las circunstancias vuelven a ser favorables se produce una auténtica avalancha, algo que ocurrió el 10 de agosto cuando, entre cigüeñas y milanos, se censaron casi 11.000 individuos.

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Desde la otra orilla

Las aves, sobre todo las grandes planeadoras, necesitan corrientes que no se producen sobre el mar y esto las obliga, cuando cruzan el estrecho, a batir sus alas, esfuerzo que se multiplica, hasta extremos peligrosos, en el caso de que los vientos no sean propicios.

Aunque se han realizado multitud de estudios a propósito de la migración de aves a través del estrecho de Gibraltar, la mayoría de estos trabajos ha tenido como único escenario la orilla española. Habitualmente, la que reúne un mayor número de investigadores es la denominada migración postnupcial, que se desarrolla entre los meses de julio y septiembre, y en la que los animales viajan desde Europa hasta África huyendo de los rigores del invierno. Hasta ahora, y al situarse casi en exclusiva en la vertiente europea, los ornitólogos sólo podían seguir las evoluciones de las diferentes especies cuando se acercaban a este lugar de paso e iniciaban el salto hacia el vecino continente. Poco se sabía, por tanto, de cómo resolvían las aves el tránsito de esa delgada franja marina y de qué manera se comportaban al alcanzar territorio marroquí.

Desvelar esos enigmas precisaba de un operativo capaz de disponer de equipos de observadores trabajando, de manera simultánea y coordinada, a ambos lados del estrecho, un proyecto puesto en marcha, en 1999, por el Colectivo Ornitológico Cigüeña Negra (COCN). En la campaña de este año, que se desarrollará durante la segunda quincena de agosto, participarán una veintena de voluntarios, ocho de ellos en territorio marroquí (divididos en dos equipos) y los doce restantes en suelo español (repartidos en tres equipos).

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Las jornadas de trabajo se inician al amanecer, examinando las condiciones meteorológicas, ya que de ellas depende, en gran medida, el comportamiento de las aves y la posibilidad de llevar a cabo observaciones fiables. Las rutas de vuelo están determinadas por los vientos dominantes, y esto hace que la llegada de los animales a la costa marroquí se produzca en una franja costera de unos 50 kilómetros. Si sopla poniente se cubren los observatorios más orientales, cercanos a Punta Cyres y Ceuta, y si predomina el levante los ornitólogos se sitúan en el sector occidental, próximos a Tánger. Cuando el viento es nulo o sopla con poca intensidad, se elige como zona de trabajo el litoral al sur de Tarifa, en torno al valle de Ksar El-Sghir. En las dos campañas que ya se han cubierto han sido seis los observatorios utilizados.

Cigüeñas blancas y milanos negros son las dos especies que concentran la mayor parte de las observaciones, ya que se desplazan en grandes grupos y son, por ello, fáciles de localizar y seguir en sus desplazamientos. El pasado año, por ejemplo, los miembros del COCN llegaron a contabilizar, durante la primera quincena de agosto, más de 37.000 cigüeñas (en grupos de hasta 9.000 individuos) y 18.000 milanos negros.

Los voluntarios trabajan, de forma ininterrumpida, entre las siete de la mañana y las cuatro y media de la tarde, y en todo momento permanecen conectados por radio.

La información recopilada por el COCN hasta ahora, sobre todo en lo que se refiere a las cigüeñas, ha permitido desvelar algunos de los interrogantes que se mantenían en torno al fenómeno migratorio. El trabajo simultáneo en ambas orillas del estrecho ha servido para delimitar con exactitud las rutas de vuelo de esta especie. Así, y en condiciones normales, suelen partir del Valle del Santuario, en Tarifa, para alcanzar, ya en la costa marroquí, el Valle de Oued-Al-kshar, aunque las variaciones meteorológicas determinan la elección de otros itinerarios que, en suelo español, ocupan el sector comprendido entre Bolonia y Punta Carnero, y en la orilla africana, el situado entre Punta Cyres y la bahía de Tánger.

Las cigüeñas vuelan sobre el mar, batiendo sus alas, entre 12 y 20 minutos, para cubrir una distancia que oscila entre los 16 y los 25 kilómetros, dependiendo de la deriva lateral provocada por los vientos dominantes en ese momento. En esa travesía, han calculado los ornitólogos, alcanzan una velocidad media de 96 kilómetros por hora. Teniendo en cuenta que son aves planeadoras, estos parámetros, tanto en tiempo como en distancia y velocidad, dan idea del tremendo esfuerzo que han de realizar para cruzar el estrecho.

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