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Crítica:FERIA DE SAN ISIDRO | LA LIDIA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Una luminaria de bravura

De repente saltó a la arena un toro bravo y cambió totalmente la fiesta. Hubo dos en la tarde, cuando ya iba de vencida, y aquellos dos fulgurantes destellos crearon una luminaria de bravura que pusieron tarde y fiesta del revés. Boca abajo, diría el clásico.

La función pegapasista, descastada y desclasada que se lleva pasó al olvido. La corrida de toros volvía a ser la fiesta brava de siempre, la que prendió en el pueblo, se ganó sus corazones, vivió pujante durante tres centurias y alcanzó a llegar hasta el tercer milenio, si bien no se sabe a ciencia cierta con qué rumbo.

Si el rumbo hubiera de ser el que marcaron esos dos toros de Hernández Pla por su casta brava, o esos seis preciosos ejemplares cárdenos del mismo hierro que dieron ejemplo de lo que es el trapío, cabría asegurar que la fiesta marcha pujante y llegará sin novedad al cuarto milenio. Si ha de ser, en cambio, el de tantas otras tardes, con el torucho borreguil al servicio de los toreros pegapases, podríamos irle cantando el gori-gori.

Hernández / Higares, Vázquez, Elvira

Toros de Hernández Pla, los seis cárdenos, de bonita estampa, con trapío; 4º y 6º, bravos; 2º -inválido- y 5º, manejables, de poca casta; 1º y 3º, mansos, de feo estilo. Óscar Higares: estocada y rueda de peones (silencio); estocada pescuecera perdiendo la muleta (bronca). Javier Vázquez: estocada trasera baja -aviso- y cae el toro tras larga agonía (aplausos y saludos); tres pinchazos, estocada, dos descabellos -aviso- y tres descabellos (silencio). Alberto Elvira: pinchazo hondo, bajonazo, estocada delantera, rueda de peones y cinco descabellos (silencio); estocada corta baja, rueda de peones y seis descabellos (bronca). Plaza de Las Ventas, 12 de mayo. 1ª corrida de feria, 4ª de abono. Lleno.

El cuarto toro se arrancó por su cuenta al caballo desde lejos, y también desde mucha distancia acudió pronto al segundo puyazo, que tomó entregado y fijo. En banderillas dio una arrancada impresionante, y Pirri le ganó la cara echándole valor para reunir y prender en lo alto asomándose al balcón. La torería del banderillero y la bravura del toro conformaron aquí uno de los brillantes momentos de la tarde.

Noble en la muleta el toro, Óscar Higares no le cuajó la faena de arte y hondura que se esperaba. Más bien tiró líneas, planteó fuera cacho las tandas de derechazos y naturales, y prolongó excesivamente el trasteo. Los ayudados y pases de la firma que dibujó al final, pese a su compostura, acabaron de encrespar a los aficionados, muy disconformes con la faena y a favor del toro.

El sexto tomó un primer puyazo que puso al público en pie. En realidad se puso en pie el toro. La imagen sobrecogió a la plaza entera. Lanzado el toro al galope, al entrar en jurisdicción y sentir el hierro metió la cabezada bajo la panza del caballo y echó a lo alto los cuartos traseros, quedando prácticamente vertical, apoyado en los brazuelos. El picador se agarró al morrillo y cobró el puyazo reunido que toman metiendo los riñones los toros bravos. En el siguiente, sin embargo, el picador le sacudió al toro un castigo carnicero que casi lo deja para el arrastre.

El picador regresó a sus cuarteles oyendo el broncazo que merecía y la gente se puso en contra de su jefe, Alberto Elvira, a quien no perdonó movimiento mal hecho en el transcurso de su voluntariosa faena. Poco lucida, por otra parte, pues la brutal sangría había apagado al noble toro y, el pobre, no daba para más.

Tuvo Elvira en su anterior turno un manso de dudosa casta, probón e incierto, al que apenas pudo trastear. También sacó mal estilo el primero de Óscar Higares, que se esforzó en provocarle su nula embestida. Los de Javier Vázquez ofrecieron mejor juego y este buen torero pudo conseguir algunos muletazos de notable factura aunque sin redondear las faenas.

Con semejantes formas la corrida iba de capa caída, pero carece de importancia: pasaron al olvido. Y la historia de la tarde -y de la feria- pudo ser esa exaltación de la casta santacoloma, esa bravura emotiva y jubilosa que desarrollaron dos toros de Hernández Pla y pusieron la fiesta en la gloria.

Javier Vázquez, en su faena al segundo toro.
Javier Vázquez, en su faena al segundo toro.BERNARDO PÉREZ
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