'La voluntad de cambio es imparable, lo van a demostrar las urnas'
El escritor y guionista Fernando Marías (Bilbao, 1958), último ganador del Premio Nadal por su novela El niño de los coroneles, no podrá votar en la elecciones vascas de mañana, ya que hace varios años trasladó su residencia a Madrid por motivos profesionales. Desde fuera del País Vasco sigue con atención la actualidad para vacunarse contra el mal de la desinformación.
Pregunta. ¿La distancia física le ayuda a analizar la situación política vasca?
Respuesta. La distancia es útil para ver las cosas con frialdad, que es una de las condiciones esenciales para lograr un juicio lo más objetivo posible. Es lo que busco siempre, aunque no dejan de sorprenderme los efectos negativos que a veces puede provocar esa distancia: en alguna ocasión he oído en Madrid, y ojo, a gente culta y en teoría bien informada, que les da miedo viajar a Bilbao. Hace unos cinco años, una productora de televisión con la que quedé en el café Boulevard [en el centro de Bilbao] me confesó que tenía miedo de encontrarse en medio de un tiroteo. Un curioso caso de desinformación.
'La movilización social verdaderamente útil es el voto. En eso sí confío, y más esta vez'
P. ¿Cree que los políticos están a la altura de las circunstancias?
R. En general recelo de los políticos, de todos. En el caso del panorama vasco, han dicho y hecho cosas muy irritantes. Pero la sensación que tengo, a la fecha y hora de esta entrevista, es que hay indicios de cohesión en el bloque no nacionalista. Temí, por ejemplo, que Jaime Mayor aceptase el cara a cara con Juan José Ibarretxe prescindiendo de los socialistas.
P. ¿Y confía en la movilización social para alterar la situación?
R. La movilización social verdaderamente útil es el voto. En eso sí confío, y más esta vez. La voluntad de cambio es imparable, lo van a demostrar las urnas. Se percibe una sensación similar a la de las elecciones generales de 1982: la misma fuerza entre los que van a ganar, y también la misma vacuidad de discurso, el mismo cansancio, la misma falta de rumbo entre los que saben que su tiempo al frente del Gobierno vasco ha concluido. Ha llegado el momento de las conciencias individuales, y eso es lo principal. Se va a votar prescindiendo de la tradición y de los anclajes en el pasado. Euskadi puede ser uno de los lugares más hermosos y prósperos del planeta. La gente lo sabe, y va a exigir que empiece a serlo.
P. ¿Cómo cree que afecta el terrorismo a la vitalidad de la sociedad vasca?
R. Como el asma a un chaval que sueña con ser ciclista.
P. ¿Y a sus valores?
R. Igual. Cuando uno está enfermo, aunque sea una enfermedad leve, pongamos una gripe, lo único que desea es curarse y que baje la fiebre. Todo se ve desde la óptica de la impotencia para ponerse en pie y salir a la calle. Es una respuesta instintiva lógica, pero deforma la percepción de la realidad. Y esto puede ser muy peligroso.
P. ¿Qué opina de las ofertas concretas de los programas electorales? En esta campaña, más que nunca, están ocultas por la polarización de fuerzas.
R. En estos días estoy viajando mucho, con mucho trabajo, cada día en una ciudad, y no estoy al tanto de los detalles de la campaña. Pero lo esencial es que éstas son las elecciones del cambio.
P. Las encuestas prevén que será complicado conseguir una mayoría suficiente que sustente el Gobierno. ¿Qué combinación le parece la más adecuada?
R. Los ciclos de la Historia son imparables, y generan a veces extraños compañeros de viaje. Como votante de izquierda, la alianza PP-PSE me resultaría antinatural en cualquier otra circunstancia, pero, observando la situación con la mayor frialdad posible, parece la única opción capaz de hacer rentable el relevo inevitable del poder.
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