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Reportaje:

Los topos de Málaga

Un grupo de espeleólogos descubre la segunda cavidad vertical de Andalucía en la Sierra de las Nieves

Rogelio Ferrer tiene mirada vivaz. La misma que pone un niño cuando descubre algo nuevo. No es para menos. Sus ojos han visto paisajes que sólo unos pocos privilegiados conocen: las entrañas de la Tierra.

Él y un puñado de espeleólogos malagueños llevan seis años dejándose tragar por la Sima del Aire, una estrecha cavidad situada en el municipio malagueño de Tolox, en plena Sierra de las Nieves. Podría decirse que son los topos de Málaga porque se atreven con todos los laberintos subterráneos de la provincia. Su labor es mucho más que una aventura. En tanto que sus expediciones sirven para hacer mapas de oquedades inexploradas, sus expediciones tienen valor científico.

Y en eso están, en descubrir hasta dónde llega la Sima del Aire. Después de muchos descensos, han alcanzado los 385 metros, lo que supone que es la segunda cavidad más profunda de Andalucía. Y como todo investigador, el equipo tiene su teoría. Sus integrantes creen que queda mucho más por descubrir y que incluso los meandros aún vírgenes pueden formar parte de un gran sistema subterráneo que comunica la Sima Gesm, también de Tolox y la más honda de la comunidad autónoma, con la de Zarzalones, en Yunquera (Málaga). Para probarlo, los espeleólogos de la Sociedad Excursionista de la provincia han organizado una expedición de dos semanas en el mes de julio que intentará bajar más allá de los 385 metros, a un territorio jamás pisado por el hombre. Una sima es como una cueva, pero en vertical. Hace 30 años, el Grupo de Exploraciones Subterráneas de la Sociedad de Excursionistas de Málaga (Gesm) descubrió la sima Gesm, que tenía 1.100 metros, y la bautizó con sus iniciales.

A unos seis kilómetros de allí, había una galería inundada, la de Zarzalones. Fisgonearon en las dos cavidades, convencidos de que estaban conectadas entre sí. Pero la presencia de agua en ambos extremos les impidió avanzar demasiado. Seguros de que debería haber una tercera puerta, peinaron la zona en su búsqueda. Así encontraron la Sima del Aire en 1994. La llamaron de esa forma porque la descubrieron gracias a unas matas que se movían y delataron una corriente de aire procedente de las entrañas de la tierra.

Seis largos años de trabajo -que han incluido la instalación de cuerdas para facilitar el descenso y la elaboración de topografía- han permitido llegar a la conclusión de que por lo menos es la segunda más profunda de Andalucía. Pero saben que el final está aún lejos. Para ello han organizado la expedición de julio: para descubrir los secretos que guarda la sima. Aunque todavía necesitan dos millones de pesetas para cubrir los gastos que supone el descenso, una labor a caballo entre la aventura y la ciencia. 'Somos aventureros en el sentido romántico de explorar algo desconocido, pero no en cuanto a correr riesgos', aclaró José Antonio Berrocal, otro de los espeleólogos.

Durante estos años, Ferrer ha coordinado los descensos y las investigaciones y será el responsable de la expedición en la que participarán una treintena de avezados espeleólogos. Hasta los 385 metros el trabajo ya está hecho: las cuerdas colocadas y el mapa trazado. Incluso hay puntos en los que se han dispuesto alimentos y ropa de abrigo para que los excursionistas repongan fuerzas. Descender hasta esa cota requiere de tres a cuatro horas. Allí comenzará la labor de la expedición. Hasta donde han llegado, la Sima del Aire tiene cascadas, riachuelos de aguas heladas, verticales de 52 metros, gateras (pasos por donde apenas cabe el hombre), estalactitas y estalagmitas. Un paisaje al que sólo pueden acceder espeleólogos experimentados y que bien merece ser visto con ojos vivaces.

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Un espeleólogo, en pleno descenso hacia las profundidades de la Sima del Aire.
Un espeleólogo, en pleno descenso hacia las profundidades de la Sima del Aire.

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