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Reportaje:Vuelta de las semifinales de la Liga de Campeones | FÚTBOL

El Madrid se hace fuerte en Múnich

El campeón desmiente con una fe exagerada en sus posibilidades el favoritismo que el resultado concede al Bayern

El Madrid se somete a una dura prueba. El escenario es el mismo del que salió disparado el curso pasado hacia la final, y el adversario, con algunos apellidos cambiados, también. Pero las circunstancias de este Bayern-Madrid (20.45, TVE-1) son completamente diferentes. Porque el campeón llega esta vez tocado desde distintos flancos. Principalmente por el resultado de la ida (0-1), que le obliga a asumir la iniciativa y el fútbol de ataque -el año anterior, el 2-0 del Bernabéu, condenaba al desgaste al Bayern en la vuelta-. Pero también por los propios problemas de salud que transmite el equipo, muchos puntos por debajo en cuanto a su rendimiento del que lucía hace tan sólo unos meses. En todo caso, contra las complicaciones de la aventura, incluidas todas esas estadísticas descolgadas sobre el poder del estadio Olímpico, el Madrid ha decidido lucir una fe ciega. Enfrascado tras el partido de ida en una terapia de automotivación, que ahí sigue, el equipo blanco pisa Múnich dando la sensación de que está convencido de su éxito.

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El Bayern castiga a un Madrid menor (2-1)

Lo que no está claro es cuánto tiempo le durará al Madrid esa mirada optimista -'no creo que sea exagerada', sostiene Del Bosque, 'sino real'- y tampoco los efectos que la misma llegará a producir en el Bayern. Porque no parece el bávaro un equipo que se deje impresionar fácilmente. Se sabe muy fiable para manejar este tipo de situaciones. Dispone de físico, orden táctico y sobrada capacidad defensiva. Y es fortísimo mentalmente, un aspecto decisivo en el desenlace de este combate. De hecho, más allá de su capacidad creativa para descorchar ocasiones de peligro, o de la casta que imprima para virar el duelo hacia lo pasional, lo que el Madrid pone a prueba es su fortaleza mental para mostrarse firme en su búsqueda de la remontada, pero también paciente. Y es ahí más que nunca, donde necesita de sus grandes futbolistas. De Hierro, de Figo, de Raúl... 'Les necesitamos, sí', matiza Del Bosque, 'pero sobre todo que el equipo funcione como tal'.

El Madrid está muy habituado a jugar con la imposición de ganar. Pero más por exigencia natural, casi rutinaria, que obligado, como esta vez, por la losa de un resultado enrevesado. No ha conocido la era Del Bosque, con el Madrid como visitante, otra semejante. Tal vez por eso, el técnico blanco no se atreve a pronosticar, ni recomendar, un perfil concreto de la semifinal. 'Siempre soy partidario de que se juegue con un grado alto de emoción', dice, 'pero también con la frialdad necesaria para no incurrir en errores que nos lleven al desquiciamiento. Buscaremos la victoria de la forma más ortodoxa posible, pero si no somos capaces, lo intentaremos por la heroica'.

Todas las dudas sobre la temperatura que adquirirá el duelo, o sobre el ritmo al que se jugará, desaparecen a la hora de imaginarse la parcela de campo en el que se desarrollará principalmente la contienda. Sin duda con mayores pretensiones de contragolpe de las que lució en el Bernabéu, el Bayern volverá a hacerse fuerte junto a su área y confiarse por completo en sus habilidades defensivas. Le falta Effenberg, el jefe de operaciones, pero confía en que su organización no se resienta. Al Madrid le tocará atacar. Es decir, como en la ida, pero con algunas modificaciones: Roberto Carlos sale con la idea de subir más y prestarle menos atención a Salihamidzic -para lo que se servirá de las coberturas de McManaman- y, sobre todo, la presencia de un nueve, nueve.

El Madrid ha llegado a la conclusión de que lo que le privó de un resultado favorable en la ida fue la ausencia del delantero centro nato, y ha depositado toda su fe en Morientes. Hay obsesión al respecto, y con pinta de exagerada -los mejores partidos de este Madrid han llegado sin él-, que el propio interesado recibe con escepticismo: 'Ni me creo ni se me puede considerar el salvador del equipo. Si antes no me sentía así, ¿por qué ahora? Todo el bombo que se le está dando a mi vuelta no me supone una presión añadida'.

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