Humo
El humo es tan denso que no permite siquiera ver el fuego. Es verdad que la hoguera es de grandes dimensiones y que ha escapado al control. No en vano, allí arden distintos tipos de combustibles altamente inflamables que, sin embargo, en condiciones normales no tendrían que generar por sí mismos una humareda de tal calibre como para que no se pueda ver el fuego. Pero a éste le han echado agua y leña y hojas verdes, además de papel mojado, para que salga todavía más humo, para que no se vea lo que hay en la hoguera. Pero ni así logran los populares apagar las llamas. El agua la vienen echando desde hace algunos meses con el prolongado intento de buscarles las cosquillas a los socialistas a cuenta de su imprecisa postura en torno al proyecto del PHN. La leña y las hojas verdes también las arrojan de manera constante en forma de iniciativas tendentes a desviar la atención, para que sólo se vea el humo, y no el fuego. Es el caso de toda la polémica sobre la renovación del Síndic de Greuges o el de los persistentes intentos de criminalizar a los nacionalistas y a todos aquellos que se les acerquen -una estrategia a la que no renunciaron siquiera en un día de luto como ayer, con el presidente de su partido en Aragón aún de cuerpo presente-. Y el papel mojado llega en forma de iniciativas parlamentarias como la del intento de reprobar y suspender de empleo y sueldo a un diputado por excederse en sus calificativos hacia la presidenta de la Cámara. Pero, ¿qué hay en la hoguera? Pues hay, entre otras cosas, una deuda que se acerca ya al billón de pesetas que supondrá un grave problema para el próximo gobierno. Y hay un agujero y unas prácticas cuanto menos impropias en un organismo público como el Ivex. Y hay unas listas de espera en la sanidad pública que no sólo no se reducen sino que siguen engordando. Y hay grandes deficiencias en la educación, con niños escolarizados en barracones y un plan de inversiones incumplido. Hay hasta problemas internos que han empezado a aflorar en el partido. Todo este combustible está dejando unas brasas en las que el Consell ya ha empezado a quemarse. Y en vez de apagar el fuego, le echa agua, leña y hojas verdes y papel mojado. Más humo. Pero las brasas siguen engordando.
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