Arte grande
Los conciertos extraordinarios de Juventudes Musicales de Madrid, pensados para allegar fondos con los que sostener becas internacionales para jóvenes intérpretes, se han convertido en uno de los abonos más interesantes de los cursos madrileños. Ahora ha correspondido al violonchelista Mischa Maisky (Riga, 1948) y al pianista Alan Weiss (Nueva York, 1950) protagonizar una exhibición de maestría, virtuosismo y musicalidad. En el programa se sucedían la Sonata para viola de gamba y Cembalo, en sol menor, de Bach, en la que resuena el Allegro del tercer concierto brandenburgués; la Sonata en mi menor, de Brahms, y la de Serge Rachamninov, compuesta hace cien años, precedida de la Vocalis, tan célebre como merece la belleza de su melodía.
Ciclo extraordinario de Juventudes Musicales Madrileñas
Dúo Maisky-Weiss, de violonchelo y piano. Obras de Bach, Brahms y Rachmaninov. Auditorio Nacional. Madrid, 26 de abril.
Maisky, premios Chaikovski y Cassadó en plena juventud, accedió sin tardar hasta la fila de privilegiados cuyo arte signa la evolución de cada periodo. Desde el primer momento, a la vocación virtuosista de Maisky se unió su acendrado amor a los géneros de cámara, que practicó con Martha Argerich, Malcolm Frager, Ivri Gitlis, Belkin, Lupu y, actualmente, Weiss.
El dominio de los estilos vistos desde una óptica de fuertes señas de identidad nos permitió gozar de bellezas diferentes e ideales sonoros tan contrastados como son los de los tres compositores elegidos. Y en ese más que todo artista hondo debe poseer hay que anotar, tanto en el haber del pianista como del chelista, un poder de comunicación con el público tan sustancial que no precisa de ningún exceso inspiracionista.
Todo nos llegó hermoso y magistral, sencillo y noble. El éxito alcanzó a María Isabel Falabella, presidenta de Juventudes y promotora de los ciclos.
Babelia
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