Bibliotecas contra cultura cutre
Al hilo de la lectura de los artículos de los señores Muñoz Molina y Fernández Santos sobre la persistencia de la 'cultura de lo cutre' (Entre lo culto y lo cutre, EL PAÍS del 22-4), sugiero enlazar sus reflexiones con el problema del retraso general en la formación cultural y educativa del conjunto de la población española. Llama la atención el hecho de que, en el debate sobre la reforma educativa, nadie parezca acordarse del problema de las bibliotecas escolares, generalmente infradotadas y dejadas a la buena voluntad del profesorado. Como también que se ponga el acento en la supuesta 'egebeización' y descenso de nivel, con la consiguiente exigencia de un regreso a los métodos selectivos (lo que significaría mantener altos niveles de fracaso escolar y, por lo tanto, continuar expulsando prematuramente del sistema educativo a gran parte de la población), silenciando las voces de los que advierten que el supuesto 'fracaso' de la reforma tiene más que ver con problemas en su aplicación (exceso de número de alumnos por aula, déficit en infraestructuras, inadecuada formación del profesorado, entre otros) que con defectos achacables al modelo educativo. Y sorprende igualmente que nadie se acuerde del retraso de nuestro país en cuanto a número, dotación y eficiencia en el funcionamiento de nuestras bibliotecas públicas. El paralelo debate en torno a la generalización de las nuevas tecnologías, en mi opinión, suele igualmente desviarse hacia una supuesta (y pienso que errónea) contradicción entre la cultura del libro y la 'cultura' audiovisual e informática, cuando el auténtico problema es que una población inculta hará inevitablemente un uso inculto tanto de los nuevos como de los viejos medios.
La cultura de lo cutre no es sino el previsible resultado del atraso educativo y cultural de los españoles que, desde luego, la contrarreforma educativa promovida por el Gobierno y la ausencia de una auténtica política orientada a la generalización y potenciación de las bibliotecas (que hoy deben ser también mediatecas) no parece que vaya a modificar, sino quizás a empeorar, abriendo más aún la brecha entre una selecta (y clasista) minoría culta y una mayoría sin posibilidades de acceso a los más valiosos bienes culturales. ¿Para cuándo una movilización generalizada a favor de las bibliotecas?
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