José Tomás, por la puerta del Príncipe
Llegó José Tomás en tarde muy comprometida, toreó, enloqueció a Sevilla y se lo llevaron a hombros por la puerta del Príncipe. Así de sencillo. Sus compañeros de cartel, Espartaco y El Juli, no tuvieron opción en ningún momento porque el sitio que pisa Tomás y la forma de interpretar el toreo pertenecen a otro mundo, ajeno a la modernidad.
Tomás llegó a la Maestranza y se abrió de capote en el quite al primer toro de Espartaco. Lo citó de lejos y consiguió tres chicuelinas ajustadísimas como no se veían en esta plaza desde hace muchos años. A su primero, que tenía cara de novillo, lo recibió con lentas verónicas, no permitió que lo picaran por sus escasas fuerzas y lo citó muleta en mano desde los medios. Sacó al animal de las tablas y le ligó una tanda de derechazos a media altura que cerró con un largo pase de pecho. Así se inició una lección magistral del toreo por ambas manos. Citó siempre con la figura erguida, quieta la planta y llevó prendida la emoción. Sin duda alguna, Tomás marca la diferencia porque es pura ortodoxia que combina a la perfección el arte y el valor. Por ello, toda su labor tiene el sello de la calidad. La faena la desarrolló en el centro del ruedo, con un dominio total de la situación; con pasmosa facilidad, sin pisar a fondo el acelerador, toreó por naturales de frente y dejó en el ambiente el gusto eterno del toreo auténtico, profundo y templado.
Torrealta / Espartaco, Tomás, Juli
Toros de Torrealta, desiguales de presentación, algunos anovillados, blandos, sosos y nobles. Espartaco: pinchazo y estocada baja (ovación); estocada tendida (oreja). José Tomás: estocada -aviso- y descabello (oreja); estocada tendida -aviso- y dobla el toro (dos orejas); salió a hombros por la Puerta del Príncipe. El Juli: pinchazo y estocada (ovación); pinchazo, estocada y descabello (ovación). Asistieron el Rey y los Duques de Lugo. Plaza de la Maestranza, 15 de abril. Lleno.
La apoteosis, sin embargo, llegó en el quinto. Otro novillo que justificaba por la cabeza y manseó en sus primeros paseos por el ruedo maestrante. Se empleó, no obstante, en varas, y Tomás le esperó en el centro del ruedo. Desde la primera embestida demostró feo estilo, cabeceó en demasía y no tuvo fijeza. El torero, sin despeinarse, arriesgó en cada pase, aguantó tarascadas y lo fue metiendo poco a poco en una muleta prodigiosa. Fue una labor de dominio absoluto sobre un animal al que enseñó a embestir y con el que, finalmente, dibujó el toreo por ambas manos. Fue una labor de torero auténtico que a base de arriesgar consiguió el toreo puro y transmitió la emoción encendida a los tendidos. Finalizó su actuación con unas apretadísimas manoletinas que electrizaron a los aficionados, que solicitaron unánimemente las dos orejas, a pesar de que el presidente le envió un recado por la tardanza de la faena.
El Juli aprendió una lección: no es buena estrategia torear con Tomás en plaza de categoría. La verdad es que lo intentó desde el primer momento. Es un jabato arrollador que no se deja ganar la pelea. Pero el toreo de Tomás... Recibió a sus dos toros a porta gayola, los veroniqueó con ajuste, puso banderillas con facilidad y se mostró valentísimo en ambos, que eran sosos y de corta embestida.
Espartaco comprobó ayer que los años no pasan en balde. Tuvo el mejor lote, pero parece que el torero está de vuelta, preso de inseguridad. No faltaron detalles de calidad, pero muy por debajo de las posibilidades de su lote. Hizo un gran esfuerzo en el cuarto y consiguió una gran tanda de naturales largos y templados al final de una muy larga faena.
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