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Crónica:FÚTBOL | 27ª JORNADA DE LIGA
Crónica
Texto informativo con interpretación

El Barça paga cara su falta de tino

El equipo azulgrana acaba sufriendo ante un Numancia al que pudo golear en el primer periodo

Àngels Piñol

Una docena de ocasiones y un único gol de Kluivert. El precio de estar peleado con la red. El Barcelona pagó ayer una altísima factura por su ceguera ante la portería y se dejó empatar un partido que podría haber ganado por goleada en la primera mitad.

Los azulgrana rizaron el rizo: extendieron su endémica irregularidad de toda la temporada a un mismo partido. Ayer jugaron dos en uno: cuajaron una primera parte casi perfecta, con nueve ocasiones de gol, y luego entregaron el encuentro al Numancia, que, gracias a la movilidad de Ojeda, igualó por obra de Rubén Navarro y llegó a tener al equipo catalán contra las cuerdas. No le sirve de mucho al equipo de Llorenç Serra Ferrer el triste botín de un punto, especialmente el día en que cayeron el Madrid y el Deportivo. Apretado por detrás por el Mallorca y el Villarreal, el Barça se quedó donde estaba.

Los Pajaritos, ya sea el antiguo o el nuevo estadio, volvió a ser un lugar maldito para el Barcelona. El vestuario azulgrana temía el partido y tenía razón. El empate sabe poco menos que a derrota. La historia se repitió: empató aquí el Barça de Cruyff, lo hizo el de Van Gaal y el de Serra Ferrer tampoco acabó con el maleficio.

No pintaba, sin embargo, mal la tarde. El Barcelona llegaba de sumirse en el ridículo en Vigo, donde sólo gracias a Rivaldo sobrevivió en la Copa de la UEFA, y ayer pareció al principio un equipo distinto. Tras librarse de la enganchosa presión del Numancia, se asentó en el campo, controló el juego y a los cuatro minutos avisó con un balón de Guardiola al poste. Fue un recital: 15 tiros a puerta y nueve ocasiones de gol. Rivaldo catapultó a su equipo abriendo el campo para Overmars, que desbordó a Manel cuando y como quiso.

El Barça dio la impresión de llevar la lección bien aprendida: se sacudió los malos recuerdos de Soria; se sobrepuso al viento, al mal estado del césped y a su endémica debilidad para tropezar ante los más débiles. Imprevisible por naturaleza, jugó como si tuviera delante a uno de los grandes. Se arremangó muy pronto y puso la directa. Pero le faltó algo: el gol. Falló Rivaldo en una vaselina, falló Luis Enrique en un remate a bocajarro, falló Guardiola en un disparo franco y Overmars podría escribir un tratado sobre cómo hacer lo más difícil y errar en lo más simple. Tuvo que pasar media hora para que Kluivert acertara: Cocu presionó a Manel, que cedió a su portero y el delantero interceptó el pase para conducir el balón hasta la red. Con el abrelatas en el bolsillo, el Barça respiró, pero no supo aumentar la cuenta: Rivaldo y Luis Enrique se estorbaron y Overmars remató mansamente.

El Numancia, acuciado por estar tan cerca de la promoción, no lo dudó: el Barça le había dado vida y no renunció a ella. Quizá recordó que hace sólo un año le batió tres veces en los últimos diez minutos. Fue entonces cuando empezó otro partido. Como la noche y el día. García Remón, el técnico del cuadro soriano, también ayudó: apostó por Ojeda y éste acabó volviendo loca a la zaga azulgrana y especialmente a Petit, que suplía al sancionado Sergi. Toda la solvencia del Barça, que en la primera parte sólo había brindado una ocasión a Iván Pérez, se vino abajo. Volvió una imagen que recordó la de Balaídos: todos en el área achicando balones. Pacheta cabeceó fuera por poco y después Rubén Navarro, especialista en batir al Barça -ya empató en el último minuto en el Camp Nou- igualó.

Faltaba aún media hora y empezó otra historia. Serra Ferrer, muy enojado, puso toda la artillería: cambió a Gabri por Gerard y dio entrada a Dani. Pero todo fue inútil: Gerard disparó a las nubes, Rivaldo chutó con suavidad y Kluivert tampoco acertó.

La afición local soñó con el milagro, pero ya nada se movió porque los delanteros del Numancia tampoco estuvieron lúcidos. Quizá fue un error de cálculo: el Barça, que no gana fuera desde hace dos meses, se programó para jugar sólo 45 minutos y después se dejó llevar a la deriva. El precio fue alto: sólo sumó un punto.Y apenas lleva tres en los últimos tres partidos.

Rivaldo intenta jugar la pelota entre Nagore y Manel.
Rivaldo intenta jugar la pelota entre Nagore y Manel.VILLAFRANCA

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