El 'big bang' de Chupa-Chups
La familia Bernat lanza un plan para crecer y cede la dirección a un ejecutivo del grupo
Se ha producido un big bang en la multinacional española Chupa-Chups. La familia propietaria del 100% del capital, los Bernat, han encomendado la gestión del grupo a un director general y chieff executive officer (CEO), José Luis Becerra, ajeno a la misma aunque de la máxima confianza de los dueños, para los que trabaja desde hace 11 años. La empresa, creada en 1958 por Enric Bernat, el genio del caramelo con palito, inició su cambio hace dos años, cuando el creador del imperio dejó la presidencia a su hijo mayor, Xavier, como mandan los catalanísimos cánones del hereu. Un relevo generacional que ha acabado en protocolo familiar, el nuevo bálsamo contra tensiones familiares.
El siguiente paso fue la incorporación al consejo familiar, compuesto por Enric Bernat, su esposa y todos sus hijos (cinco), de dos consejeros independientes. Chupa-Chups ha dado entrada en su consejo de administración a dos consejeros independientes no relacionados con la familia: Emilio Cuatrecasas y Javier Ferrán, con objeto 'de que aporten una visión externa sobre nuestro desarrollo estratégico', afirma Xavier Bernat.
La mutación en la estructura de gobierno corrió pareja con la consolidación societaria del grupo Chupa-Chups. La sociedad holandesa Chupa-Chups Investment Holding, BV, de la que cuelgan las filiales repartidas por el mundo, quedó sometida organizativamente a la matriz española Chupa-Chups, SA, un holding un tanto atípico, porque no sólo es tenedora de las acciones, sino que está en el origen de todas las otras filiales, tiene activos industriales e incluso vende a las distribuidoras.
Independencia
'La nueva estructura de gobierno y gestión del grupo persigue dotar a Chupa-Chups de una organización idónea para abordar el futuro y consolidarse entre los tres líderes mundiales en el sector de la confitería de azúcar', dice Xavier Bernat. La culminación del proceso fue el nombramiento de un director general en la persona del hasta entonces director en Rusia, José Luis Becerra, a la vez que se creaba una 'activa' comisión delegada. El cambio estratégico tiene una componente política, ya que, como recuerda Bernat, 'el objetivo fundamental es mantener la independencia en un sector que vive una fiebre de fusiones y adquisiciones. Queremos combinar nuestra cultura de empresa familiar, manteniendo un espíritu innovador, con una gestión rigurosa y profesional'.
Pero, al mismo tiempo, Chupa-Chups se ha propuesto pasar de los 77.172 millones de ventas en 2000 (463,8 millones de euros) a 150.000 millones en 2003. Este fabuloso incremento debería llegar por un fuerte crecimiento en EE UU. El otro gran factor para hacer posible este salto es que la empresa confía en obtener en tres años 29.000 millones de facturación en productos o marcas que ahora mismo no posee, con lo que abre la caja de Pandora de posibles adquisiciones hasta 2003. Algo revolucionario en un grupo al que nunca le gustaron las compras. 'Para alcanzar los objetivos del plan no necesitamos acudir a los mercados. Si salimos algún día a Bolsa, será por algo extraordinario, como que precisemos recursos para alguna gran adquisición'.
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